No he dormido. Nadie ha dormido. No desde hace tres días, no desde la tormenta negra en las montañas del norte. No desde que comenzaron las pesadillas.
Terrores nocturnos violentos y retorcidos. Nos susurran, nos tientan, nos amenazan, nos cautivan. Prometen cosas terribles a cambio de actos aún más terribles.
Mi esposo, Denirus, fue a Alliston a buscar un médico que pudiera ayudar. Debería haber vuelto ayer. Temo por él. Temo por todos nosotros.