Cada movimiento grande tiene detractores: los poderes que luchan por naturaleza contra cualquier cosa que amenace su dominancia. Pero el acero no se forja con aire fresco, se forja en medio del calor despiadado.
El calor se acerca, hermanos y hermanas. Tratarán de destruirnos, ponernos los unos contra los otros, ponernos en situaciones imposibles, pero frente a todo debemos permanecer unidos.
Aunque nos arrastremos en el lodo, actuando en secreto y en silencio, estamos destinados a convertirnos en los salvadores de Wraeclast. Cada sacrificio que debemos hacer es solo una rama para las llamas de nuestra forja, y llegará el día en que nuestra hoja habrá sido templada para volverse una poderosa arma, y con ella cortaremos al espectro de la muerte de una vez por todas. — Leer