La luna estaba llena la noche de la tormenta negra. Está llena nuevamente.
Han venido por mí. Han venido por mis hijas. Bravalo llamó mientras los demás se escondían y murmuraban en la oscuridad. Corin se acercó a ellos, con los brazos abiertos en señal de bienvenida. Las pesadillas le dijeron que lo hiciera.
Mi tío intentó detenerla. Bravalo aplastó su cráneo con su martillo de herrero. Abarroté las puertas y las ventanas, pero gritaban como monos y se golpeaban hasta sangrar mientras trataban de entrar.
No tuve elección. Tomé a mis dos hijas más jóvenes y hui a través del sótano, para luego seguir el túnel hasta el molino.
Todo lo que podemos hacer es escondernos y esperar. Que Dios nos ayude.