Para reemplazar el banquete de aves que Kitava había consumido con gula, Tukohama, nuestro Padre de la Guerra, y Velako, Padre de la Tormenta, se fueron de pesca.
A pesar de que Kitava estaba ciego, todavía podía lanzar la cuerda de pesca y notar cuando un pez mordía su anzuelo. Así que Tukohama y Valako se lo llevaron junto a ellos en la poderosa canoa de Tukohama.
Pero mientras pescaban, Kitava se volvió hambriento y se comió todas las larvas y los gusanos que llevaban como cebo. Disgustados y enojados, Tukohama y Valako decidieron usar a Kitava como cebo en su lugar. Valako usó su propia mandíbula como gancho, empaló a Kitava y lo lanzó al mar.
Kitava se hundió hasta el fondo del mar, pero en lugar de que los peces se comieran a Kitava, fue Kitava quien se comió a todos los peces que le mordisqueaban, desde su carne hasta sus escamas y entrañas.
Cuando Tukohama y Valako sacaron a Kitava del mar con la panza a reventar, se volvieron más furiosos aún, y supieron que Kitava debía ser castigado una última vez.
Narrado por el esclavo Utula
Transcrito por Irwen de Theopolis — Leer