Enterramos a los muertos. Los insectos se alimentan de la carne y los huesos... La putrefacción se arraiga... Una vida entera reducida a ser alimento para el césped que crece encima. Un desperdicio. Pero el alma, oh, el alma... El alma ni siquiera alimenta la tierra. Vuela a la deriva, invisible, en el éter, sin ser utilizada. Desaparece.
¿Qué peor forma de desperdiciar la vida que dejar que el alma vuele a la deriva hacia la nada? Esperamos y deseamos más, pero aquí y ahora tenemos herramientas que garantizarán que no sea necesaria una vida después de la muerte. Tenemos las herramientas para construir una vida utópica aquí, en Wraeclast, mediante taumaturgia. Lo único que no teníamos era tiempo, pero el regalo de los Cuernos también nos ha otorgado eso.
Hermanos y hermanas, hay un nuevo imperio en proceso de creación, y somos sus fundadores. Aquellos que mueran por nuestra causa vivirán entre nosotros, y sus nombres quedarán grabados en los cimientos de nuestra utopía.