El Hijo de Ezomyr se encontró con el Hijo de Sarn
En el camino hacia el trono Imperial.
El Eterno ofreció su astucia,
Sus ojos y oídos, comprados y pagados.
El Ezomita ofreció su fuerza,
Su espada, ganada en la arena.
Se forjó un pacto,
Con el Laberinto de testigo.
Dos hombres separados por sangre.
Dos hombres vinculados por la esperanza.
Dos hombres, y un solo emperador. — Leer
El Ezomita y el Eterno descansaron
Al resguardo del vendaval del conflicto,
Y recordaron el camino recorrido.
La bestia y el demonio habían caído y sangrado,
bajo la espada Ezomita, veloz y verdadera.
La trampa y el juicio se habían alzado y sucumbido,
Ante el ingenio del Eterno, rápido y astuto.
Dos hombres habían gritado su triunfo,
Un Guerrero y su Guía,
Mientras que los otros ascendientes hacían eco de su orgullo,
Con angustia y agonía. — Leer
El Guerrero sangró sobre las piedras de Izaro,
Y maldijo a los de su calaña.
Miró las paredes de su tumba,
Construida por sus maestros, sus enemigos,
Y pidió a los Primeros que lo llevasen,
A los bosques y campos de su Ezomyr.
Y a pesar de que los Primeros se mantuvieron en silencio,
El Guía habló
De secretos plantados por manos inteligentes
Esclavizadas por el oro.
Y con tal secreto,
Arrancó la vida del Guerrero
De las fauces de los Primeros.
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Un Guía, acorralado y llorando,
Un Guerrero, observando,
El momento bañado por la sombra
De la duda,
De la ambición,
De un trono imperial.
Y un pueblo liberado
Por un Emperador de Ezomyr.
El Guerrero arrojó esa fría y empalagosa sombra,
Y golpeó a las bestias esclavizadoras.
El Guía miró al Guerrero
Con gratitud en sus ojos.
Y habló de duda,
De ambición,
De un trono imperial,
Y un pueblo liberado
Por un Emperador de Sarn. — Leer
El Guía guio al Guerrero por un camino
Que dolía y retorcía
A través de campos de promesas en floración.
Esperanzas verdes.
El Guerrero cerró sus ojos.
Un solo momento
Para sentir el calor del sol en su espalda,
Y para beber del frasco brindado por el Guía.
Ahora el Guerrero se tambalea y se arrastra
Bajo la calzada herida y torturada.
La amargura le causa escozor a sus ojos llorosos.
El fuego ruge en su estómago.
Lo consume.
El Guerrero no ascenderá.
En cambio, caza.
Guiado por su amor por Ezomyr. — Leer