Vitral Text Audio /8
Nombre
En ese día dos nacieron desde el vientre de su madre. Inocencia, con ojos de un rojo ardiente. Pecado, con ojos del azul más claro.
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Inocencia vivía con un corazón puro y honesto, nunca desobedeciendo la palabra de su madre. Pecado llenó su corazón con mentiras e indulgencia, y ensordeció sus oídos ante las súplicas de su madre.
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Cuando la Madre de Dos partía el pan, permitía a Inocencia comer hasta saciarse, como recompensa por su naturaleza virtuosa. A Pecado le daba las migajas para recordarle de sus costumbres indignas.
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Pero el castigo solamente sirvió para alimentar los deseos de Pecado. Ante los ojos de su hermano, Pecado robó un pez del mercado y mintió a los vigilantes que lo atraparon. Pecado golpeó a su hermano hasta que consiguió sacar una promesa de silencio.
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Inocencia no podía mantener una promesa realizada a partir del miedo. Dio testimonio a la Madre de Dos, y decidieron, entre madre e hijo, que Pecado estaba más allá de las normas y la redención. Que solamente la purificación podría limpiar su creciente corrupción.
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El pueblo se reunió para ver a Pecado transformarse en ceniza, y respiraron profundamente el humo que emanaba de su boca al gritar. Pecado llenó sus pulmones, sus mentes y sus corazones.
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Inocencia observó a Pecado arraigarse en los cuerpos de hombres y mujeres y niños. Fue testigo de cómo se enfrentaban los unos contra los otros, primero con palabras, luego con puños. Amigos y hermanos enzarzados en combates mortales, piel uniéndose con piel, carne fusionándose con carne, hueso entrelazándose con hueso, hasta que todo el pueblo se convirtió en un gigante que se retorcía, forjado a partir de la discordia y el odio.
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A medida que el titán de Pecado se ponía en pie, Inocencia supo que el pueblo estaba perdido. Con un grito angustiado lo entregó a las llamas. Mientras que el pueblo y el titán ardían, el cielo se tornó oscuro con las cenizas de Pecado. Ahí, entre las virulentas ruinas de su hogar, Inocencia realizó un juramento. Sin importar dónde cayesen las cenizas de Inocencia, sus purificadoras llamas se alzarían para encontrarse con él.
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