Los antiguos Text Audio /7 ⍟
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{Libro 1: La Última de las Reinas Vaal}

Se ha escrito que la Reina Atziri tenía su sala del trono llena de espejos, que llevaba a cabo los juicios desnuda y que ordenaba que quienes deseaban una audiencia estuvieran desnudos también. La teoría era que un hombre desnudo no tenía nada que ocultar, pero cualquiera puede atreverse fácilmente a pensar que Atziri utilizaba su impactante figura para influenciar los asuntos de la corte en su favor.

Una mujer como Atziri, hermosa y desnuda, sería muy difícil de rechazar. Las pocas estatuillas y relieves que quedan la representan como una belleza rara, una mujer joven con rasgos exquisitamente delicados, grandes y cautivantes ojos y una figura de intoxicante sensualidad. Desafortunadamente, es imposible corroborar si esas representaciones son realistas o interpretativas.

Pero, ¿quién era la mujer detrás del título? Los pocos reportes sobre este tema que perduraron contenían dos líneas de pensamiento. Algunos hablan de Atziri con adoración, y la presentan como una visionaria, como la mujer que guiaría a los Vaal a un futuro más brillante. Otros son menos amables, y sugieren que el amor propio de Atziri opacaba el amor por su pueblo. Si los espejos de su corte existieron realmente, sin embargo, la segunda de las teorías parece más viable. La vanidad es, después de todo, el Pecado más artero de todos.

Solo una cosa es segura sobre Atziri: fue la última Reina de los Vaal. El rastro de historia termina durante su reinado, aproximadamente cuatrocientos años antes del Imperialus Conceptus.

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{Libro 2: Zerphi el Asesino}

Se dice que Zerphi, el noble Vaal, vivió por 168 años. Esto es más del triple del promedio imperial actual. Si este hubiese sido el único atributo inusual en una vida tranquila, Zerphi podría haber caído en un rincón oscuro de la historia a llenarse de polvo junto a otras anomalías inexplicables. Pero su vida era cualquier cosa menos tranquila.

Zerphi fue el asesino serial más infame de la civilización Vaal. En un período de 128 años, Zerphi secuestró, torturó y mató a trece víctimas. Todas tenían veinte años. Todas eran de ascendencia noble. Todas Gemitas. Pero esta proeza por sí sola no fue la que catapultó a Zerphi a los anales de la historia. En verdad, fue la calidad de estos atroces actos la que lo diferenció, no la cantidad.

Evidentemente, Zerphi era un maestro para infligir las muertes más prolongadas y agonizantes. Los cuerpos de sus víctimas se encontraban en horribles estados de mutilación, y además los análisis post-mortem revelaban que todo el trauma físico infligido había ocurrido mientras la víctima aún estaba viva. Algunas fuentes indican que las técnicas de tortura eran tan refinadas, que él podía infligir el más intenso y prolongado dolor que el cuerpo humano es capaz de resistir.

Y luego llegamos al curioso asunto de la muerte de Zerphi, el cual, como suele ocurrir en las investigaciones históricas, nos devuelve justo a donde empezamos. A Zerphi lo encontraron finalmente al lado de su decimotercera víctima, la cual no tenía abuso ni mutilación alguna. Simplemente estaba muerta. Cuando le realizaron la autopsia al cuerpo del centenario, los resultados de los informes fueron en extremo desconcertantes. Se dice que Zerphi no poseía el cuerpo de alguien de 168 años, sino que su cadáver tenía la fisionomía de un hombre de no más de veinte años.

La Vida y la Muerte han caminado de la mano desde el principio de los Tiempos. ¿Puede Zerphi haberlas persuadido a que se besen?

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{Libro 3: El Taumaturgo de la Reina}

En una cultura adornada con gemas y empapada de taumaturgia, Doryani debe haber tenido una mente ciertamente excepcional como para llegar a tener la preeminencia que tuvo. O quizá solo era más implacable que sus colegas. Esa es la impresión que uno tiende a ganar de los reportes que se han escrito de los eventos que siguieron a la muerte de Zerphi.

Las órdenes de Atziri fueron citadas en diversos textos. Doryani debía "hacer todos los esfuerzos que fueran posibles, y actuar sin miedo de cuestionamientos o consecuencias". ¿Y dónde se suponía que debía aplicar Doryani este esfuerzo supremo? En la investigación de la longevidad y vitalidad juvenil de Zephri.

Un manifiesto particularmente aterrador contenía listas interminables de nombres a través de las páginas. Estos nombres de hombres y mujeres jóvenes de entre dieciséis y veintiséis años debían ser enviados a Doryani para su "procesamiento". Solo aquellos que tuvieran "madurez completa y reciente" se consideraban capaces de adaptarse a los "procedimientos necesarios" sin sucumbir a una "expiración prematura".

Sí, la Reina Atziri estaba preparada para masacrar a su propia gente en la búsqueda de juventud y belleza perpetuas. La vanidad es, definitivamente, el Pecado más artero de todos.

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{Libro 4: Criando a los Azmeri}

Toma una taza de té Azmeri hasta el final y trata de leer tu futuro en las hojas. Verás que tu conocimiento del idioma Vaal te será útil. La concepción y el nacimiento de nuestra literatura se dieron dentro del matrimonio cultural entre los Azmeri y los Vaal.

Antes del contacto Vaal, hace aproximadamente 2500 años, la cultura Azmeri tenía una tradición de historias e informes puramente oral. Luego, su cultura literaria floreció junto con todo el resto de los aspectos de su joven civilización. Desde el momento en que los primeros embajadores Vaal llegaron a las rugosas pendientes de las Montañas Azmeri, la civilización Vaal sostuvo la mano de la civilización Azmeri a medida que esta crecía desde una existencia tribal primitiva a una cultura cohesiva de asentamiento y agricultura.

Y sin embargo, aunque los Vaal fueron generosos respecto de su conocimiento y guía en diversas áreas, hubo un tópico en el que fueron notablemente silenciosos: las Lágrimas de Maji, conocidas como las Gemas de Virtud. Pese a haber llevado a cabo una búsqueda exhaustiva, no hay reportes ni referencias respecto del uso de las gemas entre los primeros Azmeri. Aunque describían a los Vaal como individuos con piel adornada con cristales brillantes, nuestros ancestros Azmeri nunca estuvieron al tanto del potencial o de los poderes de las gemas.

Al menos no antes de que los primeros refugiados Vaal llegaran a nuestras puertas quinientos años después.

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{Libro 5: La Caída}

Los Vaal. Mil años de crecimiento. Desaparecidos en un pestañeo de los ardientes ojos de Solaris. Los Azmeri hablan de la inmigración Vaal con cantidades iguales de pena y horror. Bandas pequeñas de sobrevivientes tambaleantes y harapientos, despojados de sus familias, su riqueza y, en muchos casos, de su cordura. Fueron recibidos y cuidados, pero ninguno podía darle a los Azmeri lo que ellos pedían a cambio. Ninguno podía decirles cómo es que el reino Vaal llegó a tal repentino y catastrófico fin. Un apocalipsis que terminó siendo conocido como La Caída.

El número 3126 quedará marcado a fuego para siempre en la historia Azmeri. Tres mil ciento veintiséis: el número de refugiados Vaal que llegaron a vivir y fueron finalmente absorbidos por la población Azmeri.

Tres mil ciento veintiséis sobrevivientes de una civilización que solía contarse en millones.

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{Libro 6: Imperialus Conceptus}

Tarcus Veruso descendió de las montañas y guio a sus ochenta mil hombres y mujeres de la tribu a través de las tierras condenadas de Azala Vaal. Allí plantó su estandarte sobre la tumba de Atziri y con estas palabras fundó nuestro gran y eterno imperio.

"Los Vaal le cerraron sus ojos a la carne y a la piedra, a la sangre y al bronce. Nosotros no somos Vaal. Somos Azmeri. Desde ahora y para siempre, nuestros ojos están abiertos".

Veruso construyó esta capital sobre los huesos de Azala Vaal y la bautizó Sarn. Desde allí, Veruso formó las primeras Legiones y se dispuso a conquistar las tierras bajo el Manto para limpiarlas de los constructos autómatas y las feroces abominaciones que quedaron en el ocaso de La Caída.

Fiel a su palabra, Veruso se aseguró de que su pueblo viviera "con los ojos abiertos". Los antiguos centros de aprendizaje y poder Vaal fueron sellados y puestos en cuarentena. La Taumaturgia fue prohibida por la ley y aquellos que se manchaban con los disparates de los Vaaleran quemados por dicho pecado. Las Lágrimas de Maji, demasiado peligrosas para ser destruidas, fueron reunidas y transportadas a Atalaya, donde fueron enterradas en las entrañas de las montañas. Luego esas cavernas fueron selladas y olvidadas.

Un esfuerzo supremo por borrar el pasado. Una reacción primitiva nacida de tiempos primitivos, en la opinión de este humilde historiador.

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{Libro 7: La Luz de Phrecia}

Cinco años después de la muerte de Veruso, el Emperador Caspiro también estaba muerto. Aunque los informes sobre los detalles exactos difieren, hay un hecho clave sobre el cual todos están de acuerdo. Caspiro fue desmembrado por algo que llamaron simplemente un ser oscuro.

Fue el General Alano Phrecia quien vengó la muerte del Emperador y triunfó al desterrar la penetrante oscuridad que envolvía toda la zona que se convertiría en el corazón del imperio. Aunque parece fantasioso contemplar una porción de nuestro Imperio en una noche perpetua, los escritores Azmeri de ese momento lo describen de en forma unánime. Quizá la causó algún patrón climático, residuo taumatúrgico de La Caída. Sobre este tema, este humilde historiador queda en un estado incómodo de simples conjeturas.

En el primer Sacrato de Lurici, 35 I.C., el mismísimo Alano escribió que "nuestras legiones condujeron al ser oscuro a las profundidades de su guarida y lo sellaron allí por toda la eternidad". Luego de devolver la mirada de Solaris a aquellos entre el pie del Manto hasta las Montañas Axiom, Alano Phrecia regresó a Sarn. Ante la ausencia de una sucesión hereditaria clara, Alano fue coronado emperador y el corazón del Imperio fue nombrado en su honor.

Una vez que el antiguo reino de los Vaal fue aplacado y puesto en orden por nuestros ancestros Azmeri, el Imperio Eterno atravesó un largo período de paz y prosperidad bajo una línea ininterrumpida de emperadores Phrecia.

"Cuidar de su Imperio con los ojos abiertos". —Un juramento tradicional al que se comprometían los Altos Templarios en la coronación de un Emperador Eterno.

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