La canoa de Kaom golpeó estas arenas con la fuerza del destino. A sus espaldas, la más grande horda de guerra de la historia Karui aplacó el salvaje mar a medida que sus canoas llegaban a tierra, una a una.
Los Gemitas de Lioneye nos recibieron con metal brillante y palabras osadas. Las flechas de Hyrri marchitaron su orgullo. Las hachas de Kaom silenciaron su desesperación. Marceus Lioneye luchó con valor, hasta el último momento. Kaom lo honró con un lugar en su cinturón.
Kaom le ha mostrado a Wraeclast la fuerza Karui. Kaom le enseñará a Wraeclast la Tradición Karui. — Leer |
Kaom ha limpiado la mancha Eterna de esta costa. Los ciudadanos Eternos decoran nuestras salas de reunión con sus cabezas. Nuestros guerreros construyen casas para nuestras familias. Nuestras familias trabajan la tierra, pescan en las aguas y llenan de canciones el aire.
La Tradición Karui es aún un brote aquí, pero crece, se llena de orgullo y poder día a día. Kaom ha mantenido su promesa. El tiempo de los Karui ha llegado. — Leer |
Tormentas negras descendieron sobre nosotros desde el Norte. Tempestades antinaturales de rabia y odio, castigando nuestras espaldas y desgarrando nuestras casas. La lluvia está contaminada de sombras. Marchita nuestras cosechas y enferma a nuestro ganado.
Y el viento... el viento trae un espíritu inquieto que engendra melancolía y locura. Un espíritu que se arrastra a través de nuestros sueños y entreteje historias de fechorías en nuestras mentes dormidas. Tratamos de no escuchar. Tratamos de recordarnos a nosotros mismos. Algunos olvidamos.
Los hermanos pelean. Los hermanos mueren. Kaom castiga a aquellos que discuten, que roban, que asesinan. Y sin embargo las pesadillas nos incitan a actuar con maldad.
Nosotros los Karui estamos desterrados del sueño. — Leer |
La tierra de Wraeclast rechaza a los muertos. El espíritu negro de tormenta y sueño ahora se estira hacia la tierra y levanta a nuestros enemigos imperiales derrotados. Saca a los muertos de sus tumbas y los empuja a luchas contra nosotros más allá del final, de dientes podridos y uñas partidas.
Nuestros propios Recordados se han unido a sus condenadas filas. Nuestros amados ya no pueden ser entregados a los pájaros, mensajeros del espíritu a los cielos y transportadores de la carne a la tierra. Kaom nos ha ordenado que destruyamos a nuestros Recordados con hacha y fuego. Kaom es el más valiente de todos nosotros, dispuesto a soportar la ira de los Ancestros en pos de la supervivencia de su gente. — Leer |
El espíritu negro infecta la carne y los huesos de los seres vivientes. Los animales sufrieron primero. Sus cuerpos cambiaron. Sus ojos se llenaron con una furia hacia la humanidad que superaba el instinto.
Ahora somos nosotros quienes debemos inclinarnos como un árbol joven ante el vendaval marino. Los primeros nacidos del Reino de Kaom nos recibieron ese día. Los primeros nacidos del Reino de Kaom fueron enterrados ese día. Incluso nuestros niños son incapaces de escapar del toque del espíritu negro.
¿Qué hemos hecho para enfurecer a Wraeclast? Nos apoyamos en Kaom. Nuestro Rey le llevará la paz al espíritu de esta tierra. — Leer |
Kaom está frente a nosotros mirando al embravecido mar. Canta, llama, le grita a nuestros Ancestros para que vengan a ayudarnos. Les ofrece los Regalos de Antaño: un festín de corazón y de mente, de músculo y médula, cocinado en el fuego y la roca de esta furiosa tierra.
Hace años que no practicamos estas tradiciones. Solo en los tiempos más oscuros, más desesperados, llevamos a cabo estos rituales ancestrales. Solo aquí y ahora sacrificaremos y consumiremos a los nuestros. Solo en nuestro Rey podemos confiar para volver a nuestra verdadera forma de ser. — Leer |
Kaom se ha ido. Nuestro Rey ha reunido a los mejores quinientos guerreros y ha descendido a las profundidades de Wraeclast. Nos habló de una visión, un regalo de nuestros ancestros. Kaom ha sido engañado. La visión fue un regalo del espíritu negro. Ha conquistado a Kaom. El espíritu negro ha conquistado la Tradición Karui.
Hyrri ha alistado sus canoas. Tomaremos a aquellos que quedan, quinientas familias olvidades, y los llevaremos a sus verdaderos hogares. De vuelta a Ngamakanui.
Las promesas de Kaom nos han llevado a la Pesadilla. Hyrri nos llevará de nuevo al amanecer. — Leer |
Soñé con los salones de mis Ancestros. Estaban vacíos.
Soñé con el norte, con una ofrenda que Tukohama nos dejó. Una ofrenda que salvaría a los Karui. Solo debía tomarla.
Reuní a los quinientos mejores. Los traje aquí. Reclamé lo que Tukohama me prometió. — Leer |
Aplastamos a los sirvientes de Kitava bajo nuestros pies mientras marchábamos por las tierras. No permití que ninguno de mis quinientos cayera. La sangre de los Ancestros fluía en nuestras venas y todos y cada uno de mis guerreros se ganaron la marca de Tukohama para su piel.
Descendimos al corazón de Wraeclast y ahí Él vino hacia mí. Tukohama. Me pidió un sacrificio. Lo cumplí por propia voluntad. Mi hacha descendió quinientas veces, y el jade se embriagó con sangre Karui.
Tukohama estaba complacido. — Leer |
Los Eternos abrieron una entrada e invitaron a Kitava a esta tierra. Los Karui pagaron el precio.
Kitava nos separó de los Ancestros, levantó a los Recordados como Sus hijos y torturó nuestros sueños.
Kitava masacró a la Tradición Karui. Encontraré una nueva Tradición, puesto que he sido elegido. Reuniré a mis fuerzas para llevar la guerra hacia Kitava. Soy el hijo de Tukohama y guiaré a los Karui de vuelta a su gloria. — Leer |
Fuiste infectado en el mismo momento en que tu piel tocó la corrupta tierra de Wraeclast. Kitava ha empapado esta tierra con su suciedad. Aplastaré la corrupción de tus huesos y drenaré tu sangre negra en esta tierra sangrada.
Hermanos y hermanas, los honro con una muerte de guerrero. Sus espíritus lucharán a mi lado cuando marchemos contra Kitava. Serán entregados en servicio a Tukohama.
Serán recordados con gloria. — Leer |