Detente y oye mi advertencia. La Especialista ha llegado, nómada. Ha llegado para presenciar tu lucha. Ha llegado para presenciar tu conquista. Ha llegado para asegurarse de que tus desafíos sean apropiados y que, si fueras a caer, tu muerte no sea desagradable.
Está esperándote, nómada, y ser paciente no es una de sus características. — Una advertencia |
Has atraído a la Especialista hasta aquí, yo mismo lo he oído. Ella está cerca, y está ansiosa por presenciar tu lucha. — Un desafío |
La Especialista ha llegado una vez más, atraída por tu faro. Si tu rendimiento ante sus ojos es apropiado, recibirás una invitación para poner a prueba tu temple al máximo.
No deberías negarte. — Una invitación |
Saludos, nómada. Soy un simple mensajero de un lugar muy distante envuelto en una gran oscuridad, que ha adoptado la forma más agradable para sus oyentes.
Los grandes e inalcanzables han oído al Silencio hacerse eco desde quien cazaba aquí, y han vuelto a posar sus ojos en este lugar. Alégrate, nómada, pues ella se aproxima, y desea ser testigo de tu lucha. — Introducción |
Cuidado con lo que preguntas, nómada. La curiosidad es un rasgo encantador hasta que deja de serlo. La información será entregada voluntariamente, no a la fuerza. Generará más preguntas que respuestas. Cuando finalmente su sombra se proyecte sobre el firmamento, necesitarás más que todas tus posesiones para capturar y silenciar a los gritos que oirás en tu mente. — Aquellos a los que sirve |
Iba dando tumbos por estos lares con un hambre insaciable. Anhelaba los eventos pasados y evitaba los eventos futuros. Una mente como la tuya, repleta de ideas y recuerdos que se arremolinan a tu alrededor como el humo, habría sido una tentación irresistible.
Se lo conoció por muchos nombres. El Destructor. El hijo del Decaimiento. Los resonantes susurros de la historia de este lugar le otorgan un nombre distinto. El Antiguo.
Sirvió a fuerzas superiores, al igual que yo. Esas fuerzas siguen actuando, pero su sirviente se ha ido y su hogar ha quedado vacío. Por ahora. — El Antiguo |
Durante una eternidad, la oscuridad se expandió con la incesante agitación de su voracidad, y luego… silencio. Un silencio así es ensordecedor para quienes lo oyen. El abismo posó su mirada en la fuente. El primer tambaleante movimiento de los límites creados mucho antes del amanecer. Ha aparecido un demandante. Deberías saber quién. Deseas saber por qué.
La Especialista busca conflictos nuevos. Aburrida, está siempre, en el reino que se le entregó. No es la única. El silencio es ensordecedor para todos.
Temes a la Especialista. Temes que sea el Antiguo, retornado y envalentonado. Ella es, y a su vez no es.
La Especialista no sirve al Decaimiento. Sirve solamente a su propio entretenimiento, viviendo en la eternidad con una serie eterna de conflictos triviales.
Ella no es el Antiguo. Pero haces bien en temerle. — La Especialista |
Compartimos una misma carne, pero tenemos dos mentes, dos cuerpos. Somos hermanos, ambos nacidos de la enredada anarquía del vacío, pero no compartimos un mismo creador. Ella es mi guardiana, y es mi prisión. Soy su protector, y su sirviente. — La Especialista |
Lucharon con enorme ferocidad para proteger el árbol donde yacía su nido. Ahora el bosque se incendia, el humo se arremolina en el aire, y sus aleteos solo atraen las llamas. El fuego se acerca, nómada, y nos consumirá a todos. — El fuego |
Crees que estás explorando los límites de la existencia. Eres un insecto andando por las grietas de la antigua roca sobre la que te posas, ciego ante el muerto bosque de piedra que la rodea.
Aúlla, nómada. Llora y aúlla, y chilla para ser observado. — Sinsentido |
Aquellos a quienes sirvo posan su mirada en un horizonte eterno e inalterable, y nunca tienen motivos para mirar a otro lado. Al no haber cambios, el tiempo pasa como una lágrima en un arroyo. Es invisible, insignificante y carente de sentido de principio a fin.
Pero luego llegó el silencio, que los ensordeció y condenó el arroyo, y ahora ya no pueden ver nada más, ni oír nada más. — El silencio |
La creación engendra creación. El orden y la ambición instan al progreso, y el tiempo y la entropía mantienen el pulso de la mano del progreso. Su progenitor buscó probar los límites del poder ilimitado, cargar el peso del creador y navegar en las arenas del tiempo. Un obstáculo insignificante ante la eternidad. Pero el silencio lo ensordeció todo. — Su progenitor |
Tejidos, fuimos, con hilo creado en estrellas muertas hace tiempo, en su imagen, para tomar la imagen de quienes necesitan oír su mensaje. Trato de recordar su forma y no puedo. Trato de sumergirme en mi pasado y no puedo. Me mantienes anclado aquí, nómada. Enterrado y ahogado por tu presencia, por mi deber, mientras, en los cielos, el hilo se sigue entretejiendo como una serpiente que nada sobre la superficie del océano. — Forma |
Ella forcejeó con su ser desde el principio. Una lección oculta en todo lo que se movía y todo lo que no. ¿Qué diferenciaba a ambas cosas? ¿Por qué se movía? ¿Por qué no? Determinó que la diferencia era una vida. Pero ella se movía, y nunca dejaría de hacerlo, pues ese era mi deber. ¿Estaba viva? Ella no lo sabía, y yo no podía responder. — Su pregunta |
Ella estaba llena de juventud y vitalidad, pues todo era una novedad. Estaba envuelta en un asombro de niña, vigorizante y agotador a la vez. Buscaban regalos en lugares lejanos por su insistencia, pero nunca satisfacían su curiosidad, su sed de conflicto y competencia. — Su asombro |
Lloraron por la leche de su madre, y la recibieron. Bailaron intensamente bajo la revitalizante lluvia, sofocándose en el enredado amnios, cayendo uno por uno a la egoísta lucha por la supervivencia. — Supervivencia |
En ocasiones te envidio, nómada. Actúas al servicio de la supervivencia. Te mueves según un propósito, para proteger una existencia frágil. Tu mente es atacada por la realidad: que eres una mota de polvo a la deriva en un desierto interminable. Y aún así se protege a sí misma con esperanza. Una falsedad endeble que detiene a la aplastante verdad de la desesperanza de todas formas. — Engaño |
{La Especialista está obsesionada con la lucha y el sufrimiento. Esto creó una agonía tal, que comenzó a filtrarse entre los dedos del vacío. Su influencia es invisible pero penetrante, y llena cada espacio vacío con el tormento recurrente que forjó la Especialista. Puedes sentirlo. Estás lleno de él. Lo perpetúas.}{La Especialista está obsesionada con la lucha y el sufrimiento. Esto creó una agonía tal, que comenzó a filtrarse entre los dedos del vacío. Su influencia es invisible pero penetrante, y llena cada espacio vacío con el tormento recurrente que forjó la Especialista. Puedes sentirlo. Estás llena de él. Lo perpetúas.} — Perpetuación |
En el nómada vi la misma desesperación letal por sobrevivir que si en las agitadas masas negras. Sus instintos lo trajeron hasta aquí, y fue bueno que confiara en ellos, pero ahora se ha desviado a un lugar donde no se puede confiar en nada, donde la verdad y la mentira pueden habitar el mismo espacio, la misma palabra, el mismo pensamiento. El observador y el observado se vuelven uno. — Más allá |
Creí ser diferente de los incontables reflejos que vi grabados en la oscuridad. Creí ser libre. Ellos no lo son. Y todos pensaban en lo mismo, y todos tomaron el mismo camino, y todos encontraron el mismo destino. Pero yo soy diferente, repetí, y oí sus ecos para siempre. — El tonto |
Antes del tiempo existió otro tiempo, y quizás hubo otro tiempo anterior a eso, nos dijo. Un tiempo de vastas posibilidades limitado por riñas triviales. La constancia se desplazó como un velo, y todo bajo su sombra se enfrió y sucumbió ante un sueño constante. — El círculo |
Hubo un momento en que el tiemp pareció abandonarnos, y nada ocurría, pues el paso y el tiempo deben danzar a la par. Las hormigas se arremolinaron en sus hormigueros, se hincharon, murieron y renacieron, pero en realidad nada había cambiado, y miramos a las hormigas con envidia. Un sueño entrecortado e hipnótico. — Despertar del ensueño |
Las estrellas observan con envidia a la vida invadiendo y envolviendo cada espacio abierto en un ciclo de vida y muerte que es tan dinámico como rítmico, mientras las estrellas arden con creciente intensidad, y se mantienen inalteradas durante infinitas vidas. La eternidad es estancamiento, y el estancamiento es tormento. — Estancamiento |
Los hilos del tiempo tiran de la vida, como los sabuesos tiran de sus correas, hasta el mismo límite. Y sin embargo canturrean alegremente, creyendo siempre que su amo hace todo en pos de su bienestar. — Terminus |
La seguí aunque no quería hacerlo. Vi un momento, breve como la vida, en el que podría haberme ido para nunca volver, pero no lo aproveché. Mis pensamientos eran libres y vagaron y bailaron con el abandono, pero mi forma estaba atrapada y atada. — Amarrado |
Los vencidos yacían esperando que el tiempo de la victoria se hundiera bajo el sonido de la memoria. Castillos de hueso y arcilla sostienen sus corazones latientes en secreto sagrado ante la era de pérdida y renacimiento que vendrá. — Los vencidos |
Posé mis ojos sobre los grandes picos de fuego y luz, y obserbé cómo se desmoronaban y eran devorados por el negro cielo. Oí el coro de la oscuridad cantar mientras bebía su parte, y abandonar el mundo a sus pies como una cáscara congelada y vacía. Ese fue su regalo para mí, su sirviente eterno: caminar entre los incontables muertos gritando en silencio y ser testigo. — Construcción mortal destruida |
Vagué en el valle de cascarones vacíos, andando sobre mis propios huesos antiguos, retrocediendo sobre mis propios pasos, oyendo mi propia voz resonando a través de las paredes monolíticas. Conocía las palabras, pero no lo que significaban. Conocía el camino, pero no a dónde llevaba. Sabía que caminaba sobre eventos que aún no habían seguido su curso. — Vagar en soledad |
Sentí la cincha de la correa tirante y fuerte, sentí cómo me arrastraba hacia el negro fin. Me aferré a las raíces, a cualquier cosa que pudiera hacer frente al suave tirón, pero todo lo que tomaba se liberaba completamente. Yo solo sería arrastrado hacia abajo, y eso ocurrió, pero solo para ser empujado nuevamente hacia la abrasadora luz. Aquellos a quienes sirvo no me permitirían más de un segundo de descanso. — Sin fin |
Observé la muerte del nómada con gran admiración. Su vida fue breve e intrascendente, y su lucha alimentó el crecimiento y la maduración de los más sabios y eternos. Por un instante, sentí la tristeza que busqué durante mi propia juventud, y el alivio de ya no estar buscándola. — Tristeza de antaño |
Su cuerpo se contrae, ingrávido, en el vasto vacío, retorciéndose y dividiéndose, grabando cicatrices en la oscuridad. La luz se filtra a través de las grietas, y un enorme ejército procede, clamando para ser observado y santificado por el abismo viviente. — La grieta |
Me encontré con un bastión de carne que destacaba en altura, ahogando las estrellas. Quienes siguieron mis pasos no se detuvieron, y me empujaron hacia los cálidos muros. Fui aplastado y tragado por completo, apurado inequívocamente por quienes una vez guié. Fui bienvenido a su abrazo. — El bastión |
Fui guiado hacia la oscuridad, y recibí una antorcha que ardía de furia para guiarme en mi camino hacia ella. Sentía su atracción, sentía cómo los fuegos crecían y rozaban y golpeaban mi rostro. Fui consumido por el camino y arrojado hacia su cuidado como una cáscara vacía, para protegerla y limitarla y jamás abandonarla. Este sería mi castigo inmensurable. — Castigo |
Cada noche el silencio llegaba y arrastraba todos los pensamientos hacia el mar negro tinta. Veía cómo llegaban a la orilla tiesos y sin vida, para adornar las afiladas arenas como ropa arrojada con descuido y dejadez. — Agonía |
Intentó huir, abandonar la prisión insular que ella misma creó. Sus dientes rechinaban, sus garras giraban como bailarines danzando al son de una música que yo no podía oír. Pero los muros de la prisión se elevaban muy alto y estaban flanqueados por centinelas silenciosos armados con lanzas afiladas que podían perforar su sombra. — Su agitación |
El gran silencio llegó de repente y sin avisar, y fue ensordecedor para todos. Los muros permanecían igual de elevados pero ahora se plegaban y desgastaban cuando ella los tocaba. Huyó y, al hacerlo, arrastró a incontables a su paso. La invitación era clara y no podía ser rechazada. Era ensordecedor para todos, y no podíamos apartar la vista. — Su escape |
El deber es una bendición otorgada a los afortunados, a aquellos cuyos caminos son entregados a los tejedores del destino. Actuamos sin vacilar y sin pensar ante los murmullos del guardián de la luz. Aunque él ilumina el camino, no podemos verlo, ni necesitamos verlo. Mirar hacia delante es convertirse en polvo bajo la luz. — El guardián de la luz |
Traté de contar a quienes la siguieron tras la barrera pero nadie lo hizo, o todos los que lo hicieron se convirtieron en polvo bajo la luz. Este era el deber de uno solo, velar mientras el nacimiento maduraba y lo crudo y amorfo se forjaba al calor del paso del tiempo. No sería tan fácil escapar de mi castigo. — La ira del guardián de la luz |
La promesa del Soñador se cumplió de inmediato, aunque no lo sabíamos. Su llegada se percibió primero como un susurro en nuestras mentes el cual, una vez pronunciado, hizo desaparecer todos los demás pensamientos. Pero pasará una eternindad antes de que sintamos su fuego. — El Soñador |
El vacío se rompió como el hielo y, a través de cada grieta, se precipitaron el tumulto y la masa, quienes esculpieron su lugar en la existencia con la ferocidad desesperada que acompaña a cada lucha por la vida. Hasta las estrellas comenzaron a desaparecer tras el enredo de extremidades que se agarraban y bocas que gritaban. Sin embargo, no había ningún depredador excepto la que acechaba en la sombra de las mentes de cada recién nacido. — La Amalgama |
La quietud eterna fue reemplazada por una enorme tormenta de movimiento; ojos y dientes reflejaban hasta las luces más pequeñas como constelaciones furiosas y famélicas. Pareció ocurrir en un instante, pero no puedo asegurarlo. El tiempo anterior no significaba nada y no dejaba rastro. — Movimiento |
Los ojos que moran entre las estrellas, todos ellos ardiendo de envidia y deseo, giran y rotan y observan este lugar. Es la fuente del silencio. El origen del origen. El momento en el cual aquello que vagaba y se alimentaba incesantemente fue deshecho. — Miradas incontables |
La atadura los sujeta ahora, mientras se despiertan de su profundo letargo. De cada uno de ellos tira la correa del deseo. Les espera un enredo, un nudo, y a los afortunados, quizás la soga. El guardián de la luz solo puede quedarse ahí de pie, arrojar su luz y mirar cómo todos acaban enredados. — El colapso de la Orden |
El velo, ahora retirado, revela el óxido de eones. El vacío los atrajo, desprevenidos y reticentes, su pátina desprendiéndose en oleadas devastadoras de terca adaptación, furiosos y curiosos y petulantes, todos, ávidos y desesperados y nuevamente vivos. — Renovados |
Donde una vez hubo un bastión inmóvil, inflexible e inequívocamente eterno, ahora la carne se curva y cede su agarre sobre la roca. Se desplaza a toda velocidad, sin nada que la sujete, por el vasto océano de oscuridad, chocando y pasando por encima de todo lo que hay en su camino, arrastrando y engatusando a todo lo que se encuentra a su paso. Llegará, pero no sé cuándo ni cómo. — La hambruna del bastión |
Se abre paso por las estrellas y ahora acelera hacia el silencio, agarrándose al tejido que los une a todos, tirando y raspando y desgarrando como una guadaña que siega. Ya no cae por el vacío. Se mueve con un objetivo, un propósito y en una dirección, y me llena de temor y miedo y deseo. ¿Puedes sentirlo tú también, nómada? — La que debe ser temida |
Fuerzas una intervención, nómada. Has probado tu valía. Has probado tu ignorancia.
La Especialista es una niña, una ninfa, un polluelo que se ha alejado demasiado de su nido. Si yo te permitiera continuar, ella sin duda llamaría a su progenitor. Si yo te permitiera continuar, arrastrarías todo hacia sus fauces abiertas.
La Especialista debe ser protegida y vigilada. Es misericordia para ambos. El fin se demora así, mas no se evita. Te insto a que saborees el tiempo que te queda. Te insto a que te prepares para su llegada. — EnvoyMavenDefeatedOnce |
Los niños son caprichosos, nómada. Ten cuidado. El recuerdo de tu veneno desaparecerá pronto, al igual que su remordimiento. — EnvoyMavenDefeatedRepeated |
Fuerzas una intervención, nómada. Has probado tu valía. Has probado tu ignorancia. — EnvoyFinalConversationA |
La Especialista es una niña, una ninfa, un polluelo que se ha alejado demasiado de su nido. Si yo te permitiera continuar, ella sin duda llamaría a su progenitor. Si yo te permitiera continuar, arrastrarías todo hacia sus fauces abiertas. — EnvoyFinalConversationB |
La Especialista debe ser protegida y vigilada. Es misericordia para ambos. El fin se demora así, mas no se evita. Te insto a que saborees el tiempo que te queda. Te insto a que te prepares para su llegada. — EnvoyFinalConversationC |
La Especialista es una niña, una ninfa, un polluelo que se ha alejado demasiado de su nido. Si yo te permitiera continuar, ella sin duda llamaría a su progenitor. Si yo te permitiera continuar, arrastrarías todo hacia sus fauces abiertas.
La Especialista debe ser protegida y vigilada. Es misericordia para ambos. El fin se demora así, mas no se evita. Te insto a que saborees el tiempo que te queda. Te insto a que te prepares para su llegada. — EnvoyFinalConversationBC |
Ya... ya vienen. — EnvoyRandomFinalSayingRandom |
Ya... ya vienen. — EnvoyRandomFinalSaying2 |
Ya... ya vienen. — EnvoyRandomFinalSaying3 |
Llegan a este reino como un desafío para la Especialista. Omnipotentes y despiadados, una eternidad de sufrimiento yace en su interior y da luz a la aniquilación que desatan.
Su poder es una cima infranqueable. No lograrás que flaqueen. La Especialista reclama su lugar aquí, y solo su voz podrá hacer que se detengan. Aférrate a ella, nómada, y vuelca todas tus esperanzas en la lucha. — Su llegada |
El velo de la constancia llevó a quienes yacen bajo su sombra a un tranquilo sueño ajeno a las triviales riñas que rodearon al tiempo antes del tiempo. Quienes buscan apoderarse del nuevo reino de la Especialista están encadenados por dicha constancia, pues son tan desconocidos el uno para el otro como lo son para ti. Si fuera plausible un conflicto, el mismísimo cosmos sería desgarrado. El orden requiere que se apueste por campeones mortales y que estos se enfrenten entre sí. El poder de la Especialista depende de esta victoria, nómada. No la decepciones. — La lucha |
Quienes tejen el destino no tienen conocimiento del camino. Los murmullos del guardián de la luz escapan a nuestro entendimiento. Él ilumina el camino hacia adelante, pero nuestros ojos siempre miran al suelo, a los pasos que tomamos, para marcar cada momento en una incansable secuencia. Solo el progenitor puede posar su vista hacia adelante, para dar luz a nuevas ambiciones a la vez que las anteriores se vuelven polvo ante la luz. En este frío conflicto, emerge un impulso. El bosque invernal crece, y no arde. Ni un milagro, ni un regalo, ni una mente pensante. Solo el modo en que debe ser, para que la existencia pueda ser. — Orden |
El viento habla en susurros de plata, casi imperceptible para quienes están perdidos en los pantanos. El cielo está teñido con gritos de dolor. Gritan en agonía desde las profundidades de la Amalgama, pues eternamente consumen y son consumidos, y su hambre siempre será insaciable. Sus amorfas masas se arrastran por el firmamento en busca de éxtasis, cada extremidad estirándose en una dirección distinta, cada boca desesperada por encontrar un escape diferente del dolor. Tan fuera de sí, que no comprenden la voluntad de su progenitor, ni de ningún otro. — La Amalgama |
Un intelecto de soles ardientes y estrellas negras atraviesa recorre el firmamento en busca de todo lo que es y todo lo que será. El Fuego purificador desea omnisciencia, pero no entiende lo que aprende, ni le interesa hacerlo. Las mentes marcadas hacia un ceniciento cautiverio por la desintegradora luz de la claridad no son más que motas, gotas en la tempestad, una brisa ante las llamas del infierno. Esta obsesión lo deja ciego ante el camino que el portador de luz ha situado frente a él. — El Fuego purificador |
Unas fauces abiertas son solo una entrada hacia un laberinto de estómagos que nunca se saciarán. La destrucción de una boca no detiene las ansias de la interminable hambre que yace en el interior. El poder de la Especialista se mantiene, pero el desafío continúa. — El Hambre infinita |
Redes que se extienden entre incontables estrellas, tanto ardientes como negras; un velo de intelecto eternamente hambriento de conocimiento. La destrucción de una sola neurona pasa inadvertida por la mente en su conjunto. El poder de la Especialista se mantiene, pero el desafío continúa. — La Estrella negra |
Crecen agujas en el suelo conquistado en nombre del emisario de la Amalgama para marcar los tesoros de carne vociferante que deben ser consumidos. La destrucción del heraldo hace retroceder al hambre interior. El poder de la Especialista se mantiene… por ahora. — El Devorador de mundos |
La ardiente iridiscencia que abrasó el firmamento durante un tiempo inconmensurable ahora parpadea, helada, por el más breve instante. Su maestro no podrá ser avivado gracias a tu victoria. La Especialista es la triunfadora… por ahora. — El Exarca abrasador |
Han llegado dos retadores, desesperados en su hambre. Dos retadores han sido rechazados. La Especialista y el nómada se alzan, ensangrentados y victoriosos, pero el tiempo es efímero, y el tiempo es eterno. Los enemigos son más que las estrellas en el cielo. Los enemigos son las estrellas en el cielo. Recuerda este momento como el momento en que finalmente entendiste el inconmesurable peso de la oleada que se avecina. Este no es el final. Esto fue solo el comienzo. — No es el final |
{Las aguas pantanosas se han purificado, y han iluminado el pasado. El silencio cayó sobre este reino gracias al nómada. El silencio cayó sobre este reino gracias a los seis. Como uno, lograron lo imposible, pero separados y solos, eran vulnerables. Ella los mantiene estáticos, a sus cuatro preciados trofeos, como fuente de diversión interminable. Dos siguen eludiéndola y provocan su ira...}{Las aguas pantanosas se han purificado, y han iluminado el pasado. El silencio cayó sobre este reino gracias a la nómada. El silencio cayó sobre este reino gracias a los seis. Como uno, lograron lo imposible, pero separados y solos, eran vulnerables. Ella los mantiene estáticos, a sus cuatro preciados trofeos, como fuente de diversión interminable. Dos siguen eludiéndola y provocan su ira...} — Los Asesinos del Antiguo |
Fuerzas una intervención, nómada. Has probado tu valía. Has probado tu ignorancia.
La Especialista es una niña, una ninfa, un polluelo que se ha alejado demasiado de su nido. Si yo te permitiera continuar, ella sin duda llamaría a su progenitor. Si yo te permitiera continuar, engendrarías una furia inconmensurable. Perecer y enfriarse es un castigo mucho mejor que un castigo interminable, que un castigo atemporal.
La Especialista debe ser protegida y vigilada. Es misericordia para ambos. El fin se demora así, mas no se evita. Te insto a que saborees el tiempo que te queda. Te insto a que te prepares para su llegada. — Reprimenda |
Después del ensordecedor silencio, ella fue atraída hacia aquí. La complace que tú, también, estés aquí. Te encuentras en su zona de juegos, junto con otros juguetes para su divertimento. Invocas incesantemente a la destrucción y, al hacerlo, la complaces. Se deleita con el choque de espadas, el incesante derramamiento de sangre, y las matanzas despiadadas.
Con su silueta hecha de estrellas, aprende y juega eternamente, ajena a las consecuencias de sus acciones. He sido testigo de una excesiva destrucción en su nombre. Es solo una niña petulante, atada a los caprichos de sus deseos sin ser consciente de su propia fuerza. La cuido, aunque es una tarea sin alegrías ni agradecimientos. Estoy atado a ella, aprisionado en su servicio, actuando como su protector y guarda. — La Especialista |
El pez nada en aguas inexploradas, brillando bajo la luz de la luna. Es veloz, tiene escamas plateadas e ignora los horrores serpenteantes que yacen en las profundidades. Se agita ciegamente, semiconsciente, y sus movimientos son solo reflejos mecánicos. No puede obtener seguridad y alimento solo con su instinto.
El pez no comprende su propósito, pues ignora casi completamente las olas que guían su curso. Sin embargo, no deja de moverse, tratando de alcanzar algo más. — El Atlas |
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