Lore
- El regreso de los dioses
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La gente ha hablado de la “vuelta de los dioses” desde el nacimiento de Oriath. Es una táctica empleada por los charlatanes para desplumar a los débiles de mente y a los moralmente desesperados.
O eso parecía.
Avarius y sus zánganos Templarios ahora dan la bienvenida al amanecer llenos de poder y un propósito glorioso. Kitava se ha alzado de la fosa etérea en la que se había estado escondiendo durante estos últimos miles de años.
Así que, ¿qué descubrió el pastel? Soy un erudito, no un profeta, pero hay un acontecimiento que apesta a casualidad.
Mataste a la Bestia. -
En el humo negro y retorcido de mis sueños, vi a la Bestia, que yacía muerta ante tus pies. Vi el alzamiento de los viejos dioses, sus restos rígidos y polvorientos que brotaban súbitamente de vuelta a la vida. Vi como sus poderes crecían a medida que la corrupción se disipaba.
Sentí una angustia absoluta, la locura del último rabioso aliento de la Bestia, y sin embargo, mi visión y mi poder aún permanecen. Parece ser que fui marcado de forma permanente por su corrupción, desde el momento en que nací del vientre de mi madre.
Ahora mi madre ya no se encuentra aquí para protegerme, y la Bestia está pudriéndose en las entrañas de esta miserable montaña. -
Lo dejaré claro, porque en verdad, todo se resume al simple hecho de plantar una semilla en el suelo. Los dioses se están alzando porque mataste a una criatura que les impedía hacerlo. El nombre que le das es “La Bestia”.
Fui yo quien plantó la semilla en el rico suelo debajo de Atalaya, quien la alimentó, quien la vio florecer hacia la madurez, incluso cuando sucumbí a sus poderes adormecedores. Nosotros los dioses, fuimos empujados hacia un oscuro sueño, para soñar durante la eternidad mientras la apacible Bestia nos protegía.
Desearía volver a ese maravilloso estado, pero mis hermanos y hermanas de deísmo nunca se someterán al destierro. Han saboreado la libertad una vez más y no soltarán a este mundo a menos que sea arrancado de sus frías y muertas manos. - La caída de Oriath
- Inocencia, Dios Emperador de la Eternidad
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Durante mucho tiempo, creí que las intenciones de mi Dios estaban siendo distorsionadas por sus supuestos sirvientes. ¿Hablé? No. La pira hubiese sido mi única respuesta. Hice lo que se me pedía y mantuve las líneas de la moralidad donde pude.
Ahora entiendo la verdad. No era la intención de Inocencia la que se estaba distorsionando. Era Inocencia en sí mismo, pervertido por las convicciones egoístas de los hombres y las mujeres que lo adoraban.
Un dios contesta a su creyente de la misma forma en la que el creyente contesta a su dios. -
Viejos ojos rojos. Ha estado en silencio por mucho tiempo. Al igual que Kitava… y Tukohama. Todos los dioses antiguos. Ahora Inocencia ha despertado, y con él, un poder como el que nunca había visto a los Templarios manejar anteriormente.
Pero está bien. Nosotros los esclavos, tenemos a nuestro propio dios cuidando de nosotros ahora. Puedo verle en los ojos de mis hermanos y hermanas, olerle en la sangre que hemos derramado, escuchar su llamada en los gritos de los caídos.
No sé muy bien dónde han estado los dioses o qué los ha hecho volver arrastrándose. Ni tampoco me importa. Todo lo que necesito saber, amigo mío, es que ya no estamos solos. - Kitava, Father of Chaos
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Las olas rompían en las costas de Oriath.
Olas de Hambre.
Olas de Deseo.
El Dios Voraz y Su hambrienta multitud,
Alzándose de entre la marea,
Inundando nuestras calles con muerte y depravación.
Hasta que Inocencia gritó, “¡Basta ya!”
Bañando nuestra ciudad en llamas,
Quemando a los retorcidos hasta dejar ceniza y huesos.
El Dios Voraz huyó,
Hacia el abrazo de nuestro glorioso Salvador.
Fue derribado, hacia el interior de la tierra, piedra y más allá,
Hacia la condenación,
Por la Voluntad y la Luz de nuestro Inocencia.
-Alto Templario AvariusTriunfo de Inocencia, "Leer"
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Bueno… conozco sus otros nombres. El Espíritu Negro. El Rey Caníbal. El Voraz. Él era todas esas cosas, antes de que Tukohama le sacara los ojos, antes de que Velako lo ahogara en el mar, antes de que Hinekora lo azotara y lo condenara a una oscuridad inmortal.
Kitava ha aprendido a través del dolor que se le ha infligido. Ha aprendido lo que es la crueldad mediante su propia carne y sangre. Ha aprendido lo que es ser un esclavo.
Ahora tiene hambre de libertad. No solamente para él. Para todos nosotros que hemos sufrido bajo el látigo y las cadenas.
Kitava es el Atormentado, destinado a alzarse desde la oscuridad y desterrar la crueldad de este mundo. Y nosotros, sus hijos, a levantarnos con él. -
Utula has used the fall of Innocence to summon Kitava, the Ravenous God.
Quest, The King's Feast
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No entiendes bien la relación entre causa y efecto, ¿verdad? Las cosas reemplazan a otras cosas, es la ley más fundamental. Cuanto más grande es la cosa que quitas, más grande es la urgencia para llenar el espacio vacío que deja.
Inocencia era el nexo del poder en Oriath. Deshazte de él y algo de igual o mayor poder ocupará su lugar. Cualquier idiota podría haber predicho que ese algo iba a ser Kitava… a no ser, claro, que pensaras que ibas a ser tú. -
Deléitate en el hambre, querido fiel, pues el hambre es el verdadero estado de abundancia espiritual. Cuando alguien tiene hambre, desea más, y por ende se alinea con la voluntad del poderoso Kitava. Tengan cuidado, mis seguidores, pues el hombre satisfecho es la forma y la imagen de la blasfemia.
- El Libro Sagrado del Hambre, escrito por el Gran Sacerdote UtulaPanfleto cultista, "Leer"
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Y nuestro padre, el gran Kitava, fisurará las rocas de la tierra y se liberará de la fangosa arcilla. Desplegará un banquete ante nosotros y devoraremos su regalo divino.
- El Libro Sagrado del Hambre, escrito por el Gran Sacerdote UtulaPanfleto cultista, "Leer"
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Así es como debe terminar. Kitava se alzará y una enorme nube de humo negro cubrirá el cielo. El glorioso olor de la carne asada atraerá hasta a los más descreídos de la fe, y juntos celebraremos y comeremos en la mesa de Kitava.
- El Libro Sagrado del Hambre, escrito por el Gran Sacerdote UtulaPanfleto cultista, "Leer"
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Aunque sea un dios, no he olvidado mi humanidad. Me importa lo que una vez fui. Kitava no recuerda nada y no se preocupa por nada a excepción de su hambre y su avaricia. Es un pozo sin fin de dientes rechinantes y entrañas agitándose.
Mientras que otros dioses se alzan en el continente y luchan por los escasos restos de lo que una vez fue, Kitava tiene la civilización más fértil y formidable de esta era a su disposición. Puede alimentarse cuando quiere y se vuelve incluso más fuerte con cada bocado. Pronto, todo Oriath pertenecerá a Kitava, y si eso ocurre, se alzará más allá incluso de nuestro alcance.
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No te creería si no hubiera sido testigo de la llegada de los barcos a las costas de Wraeclast. Así que.... Los dioses han regresado, y Oriath ha caído. Esto complica las cosas, como poco.
Exiliado, creo que el Sindicato ha estado planeando formar un nuevo gobierno. Los templarios eran crueles, pero al menos eran mortales. Si el poder del Sindicato continúa creciendo, serán capaces de gobernar Wraeclast y más allá sin miedo a represalias, y nosotros, los simples mortales, no tendremos otra opción que servir, o alimentar su ciclo de muerte y renacimiento. - Tangmazu, the Trickster
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Adiós Inocencia, y hola, mi agente de anarquía. Parece que he regresado justo a tiempo para la fiesta…
Tangmazu, Las cortes incendiadas
- La costa
- Tukohama, Father of War
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Con Kitava pisoteando Oriath, parece que la mitología se está convirtiendo rápidamente en realidad.
Ahora bien, los dioses no salieron de la cabeza de un poeta. Ciertamente no podría cantar una oda al Dios de la Cerveza Eterna y luego alzar mi jarra para capturar la cerveza gratuita.
No, imagino que los dioses alguna vez cenaban, bailaban y defecaban como tú y yo. Ahora parece que están listos para dar otra puñalada… a la vida, quiero decir.
Piensa en el Padre de la Guerra Karui, por ejemplo. El viejo Tukohama. Tan acomodado en el abrazo de Kaom y jugando a la guerra como si unos cuantos miles de años no fuesen más que un fin de semana para él.
Ahora que lo pienso… ¡quizás lo fueron! -
El Dios de la Guerra ha dado nueva forma a esta región. Siempre ha sido poco… imaginativo.
Tangmazu, Las marismas embarradas
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Parece que Tukohama ha alzado una hueste desde esa otra vida en la que los Karui como tú creen. Me dan pena esos pobres bastardos, si soy honesto. Los Karui no han tenido una historia sencilla. Colonizados, esclavizados, usados como peones en muchas guerras, y ahora abusados en la muerte por su propio dios.
Por eso no sigo a ninguna deidad. Todas son igual de malas. -
Por mandato de la sangre caída, deja tu hábitat y llena la copa de Tukohama. Corta las cabezas de nuestros enemigos de sus indignos hombros, y adorna el cinturón de Tukohama.
Señor de la Guerra, me arrodillo con audacia a tus pies y exijo ser ahogado en tu Valor. Permíteme mirar a mis enemigos sin miedo, poder matar sin vacilar, y deshacerme de la pecaminosa voz de la consciencia para no sentir remordimientos. Pues esta es la guerra, y tú, mi señor, eres su padre.Tallado karui, "Leer"
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Aunque sé poco de mi herencia natural, sé lo suficiente para entender las implicancias de tu victoria contra el Dios karui de la guerra. ¿Su largo descanso lo había debilitado o los dioses han sido sobrevalorados a través de la evolución de los mitos? En cualquier caso, esto sin duda significa que no encontraremos ayuda divina contra la oscuridad intrínseca. No son los guardianes de la humanidad, como muchos creían.
- Abberath, el Hendido
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Hay muchas formas de morir en Wraeclast. La mayoría son misericordiosamente rápidas. Pero si los hombres cabra te atrapan vivo, desearás, por todos los dioses en los que creas, que no te hubiese ocurrido.
Escuché a algunos de los exiliados más supersticiosos decir que hay una deidad a la que adoran: Abberath, devorador de Agonía. Suena como un jodido bastardo, si me lo preguntas. Así que si los hombres cabra te dan una invitación para cenar con su Dios de pezuñas hendidas, diles dónde se la pueden meter. -
Tengo otra deidad en mente que podría ser persuadida para donar un poco de esencia a tu edificación en curso.
Abberath, una cabra desquiciada con sed de almas humanas y cuyas pezuñas se encuentran ahora a horcajadas sobre el viejo camino de la prisión.
¿Alguna vez has degustado un alma, Asesino de la Bestia? No, imagino que no. Todos los poetas hablan de almas dulces, almas amargas, almas iluminadas y almas retorcidas. Sabes a lo que sabe la mayoría, ¿no? Arrepentimiento, con un regusto a “debería haberlo sabido”. - Ryslatha, la Titiritera
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Con el camino hacia el Bosque Phreciano despejado de nuevo, caminé a través de los bosques, para ver si las rarezas que estamos viendo en la costa también están ocurriendo tierra adentro. Lo que vi casi me congeló el corazón.
Los animales de ahí, pobres miserables… infestados por algún tipo de parásito. Hasta donde vi, parecen termitas, pero se hunden dentro de la piel y la mente en vez de en la madera. Si estoy en lo correcto, habrá un nido en alguna parte, y una reina. Si puedes encontrarlo, destrúyelo. Esos parásitos no son algo que queramos ver por aquí cerca. -
¿Otro maldito dios, dices? Sí, eso parece. Una deidad primitiva para un tiempo primitivo, arrastrándose fuera de la tierra con la intención de esclavizarnos a todos con su maldita y horripilante descendencia.
Creo que todos podríamos vivir tranquilos sin dioses de ese tipo. Así que toma, llévate esto para el camino que te espera. Por cómo están yendo las cosas, va a ser un camino difícil. -
Madre Matriarca, Ryslatha, gusano blanco que corrompe la tierra, que pueda descansar por mucho tiempo en la dulzura de tu pecho, y beber profundamente de tu seno proveedor de nutrientes jugosos.
Oh, Poderosa madre, pues tuya es una fecundidad imparable, es poder y fertilidad. Trascendería las paredes de tu fértil vientre y observaría a nuestros hijos disciplinar este mundo en decadencia. Que pueda acostarme entre los pliegues de tu carne, colmada, como tu consorte amoroso de tu futuro reino.Tallado desgastado, "Leer"
- Tsoagoth, el Rey del mar
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Si, conozco al Rey del Mar. ¿Qué pirata no lo conoce? He ahogado a un buen número de amotinados bajo la luna llena… para mantener el sueño del viejo rey cuando amenazan las tormentas.
Si ha sido despertado de las profundidades, no serían más que malas noticias para quienes tenemos aire en nuestros pulmones.
Volverá a violar y comer a la gente del mar pronto. A robar úteros en los que engendrar a su resbaladiza descendencia.
Sí, apostaría a que esa blasfemia se encuentra ahí afuera en alguna parte ahora mismo. Y pensar que todavía hay gente que necesita transporte desde Oriath… habrá más comisiones. Pero un lascivo dios del mar, eso sí que complica las cosas. -
El Señor de la Sal y las Escamas es como solíamos llamarlo. Dicen que cuando echaron a los dioses de nuestras tierras, esa monstruosidad se fue a dormir a las profundidades. Soñó la clase de sueños que causan que todo tipo de abominaciones espantosas se alcen, para plagarnos y cazarnos por lo que sea que él piense que le hayamos hecho.
Hubo un tiempo en el que se nos ordenaba cazar a aquellas cosas hasta casi extinguirlas. Liberar las rutas comerciales de la tiranía del Viejo Saladito. Aun así, no había un navegante digno de su sal que no sacrificase un marinero o dos a la luz de la luna llena, solamente para mantener durmiendo a este molusco gigante en el estrecho Oriathano.
Si se ha alzado de nuevo, puedes apostar tu culo a que todos estamos fastidiados. -
Si Dios lo desea, el ultimo relato del Primer Oficial Piken, náufrago en algún lugar del Litoral Crepuscular.
Por lo que puedo decir, el resto de la tripulación, justo con el Capitán Caruso, están muertos… o peor. ¿Qué ocurrió? No lo hubiera creído si no lo hubiera visto con mis propios ojos.
Al amanecer, una luz, verde y oscura, se alzó desde las olas hacia el cielo. Mientras que la mayoría de nosotros nos quedamos perplejos de asombro, escuché un grito alzarse desde la cubierta inferior. Al dirigir mis ojos en aquella dirección, vi como una ola se alzaba y un enjambre de cangrejos cubría el buque. Eran voraces y cuantiosos, y se encargaron rápidamente de los marineros que se encontraban a su alrededor. ¡No quedó nada más que huesos y harapos!
Huimos a las barcas lo más rápido que pudimos, con la esperanza de dejar atrás a los impíos crustáceos, ¡pero en el interior del pilar de luz verdosa, lo vi! El Rey del Mar, como una ballena hinchada, rompió las aguas y convirtió en astillas al barco bajo nuestros pies. Caí con fuerza al mar, pero logré aferrarme a un trozo de madera flotante, y llegar hasta esta maldita roca.
Parece que el viejo Tsoagoth tiene en mente dominar estos mares una vez más. El Capitán Caruso hacía lo correcto al ahogar a aquellos amotinadores en nombre del viejo rey. Una pena que no encontrásemos a más. Pues ahora, debajo de las olas, escucho los susurros de mis camaradas entre el chasqueo de pinzas. Que dios se apiade de mí, y que alguien se pueda beneficiar de este aviso.Mensaje en una botella, "Leer"
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Mi variopinta tripulación, ninguno de ellos apto para lamer mis botas ni rizar mi bigote, me ha traicionado. Y yo solamente intentaba salvarlos, a aquellos que permanecían fieles. Incluso ahora, flotando sobre un tablón de madera, bañado por las moribundas ascuas del sol de la tarde, escucho el repiqueteo de un millón de pequeñas garras. Si cierro mis ojos, veo aquellos tentáculos alzándose para agarrarme desde las profundidades.
No sé por qué el Rey del Mar me eligió a mí. He escuchado las voces durante semanas, susurrando sobre su retorno, gorgoteando sobre desesperación y esclavitud para todos nosotros. Intenté advertir a los hombres sencillos de mi barco, hice ejemplos para aquellos incrédulos que eran más violentos. Sin embargo, mis profecías solamente sirvieron para llevar al resto a una ignorancia obstinada. Me arrojaron por la borda, quizás con la vana esperanza de que, en mi muerte, ninguna de mis historias se hicieran realidad.
Por desgracia, mientras que el sol de la mañana se asomaba por el horizonte, un pilar de luz verde se alzó de las olas, reivindicando mis oscuros temores. El viejo dios ascendió desde las profundidades y sembró la destrucción en mi barco y a todos los que allí se encontraban. Ahora, sin comida ni bebida, no aguantaré la noche. Mis huesos serán rebañados por la multitud con pinzas que me acecha incluso ahora.
Que este mensaje encuentre tierra, y que por la impía revelación que Tsoagoth ha alzado, mi reputación sea restaurada.
-Capitán Caruso del Dama en EsperaRegistro forrado en cuero, "Leer"
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…Te lo ruego, Mercutio, si tienes algún aprecio por la amistad que una vez tuvimos, otórgame este favor. Es cierto que tengo mi propio barco, ¡pero ese es para transportar pescado! No está diseñado para viajar por las aguas que debo atravesar. Mi mujer me necesita, amigo mío. Sé que apesta a locura, pero se han llevado a Abi, el mismísimo Rey del Mar la ha secuestrado. Me temo que su intención es convertirla en una de sus esposas, ¡justo como nos advertían las viejas historias!
Por favor, Mercutio, he escuchado historias de tus logros como mercader en estos recientes años. ¿No podrías prestarme un barco? Déjame navegar y rescatarla, o al menos, traer su cuerpo de vuelta para que descanse en tierra firme. Ayúdame a silenciar la locura de mi propia mente.
Cada noche, sueño con pálidas criaturas con forma de babosas que persiguen mi barco a través de aguas densas y oscuras. Intento no mirarlas, pero de todos modos lo hago. Y ellas me miran también, sus ojos anchos con tristeza y anhelo. No son ojos nacidos del mar, Mercutio. Que Dios me ayude… son los ojos de Abi.
-Benric de GultonFragmento de carta, "Leer"
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General Marcovius.
Comandante de la Flota Templaria
Operación Cuchillas del Océano
Un Informe urgente sobre:
La Masacre del estrecho de Pondium
“Fuimos enviados aquí para aplastar a los piratas Salmuera, pero algo mucho más problemático ha ocupado nuestra atención. De los hombres supervivientes, algunos de los más viejos y supersticiosos lo llaman el Rey del Mar. Aparentemente es algún tipo de falsa deidad del mar que hemos borrado hace ya mucho tiempo de nuestras sagradas escrituras.
Lo que quiera que sea esa maldita cosa, es grande. La he visto yo mismo, aunque solo como una sombra gigante muy por debajo nuestro, que empequeñecía el tamaño de nuestra flota en comparación.
La mayoría de nuestros barcos han desaparecido, arrastrados debajo de las olas por este malvado leviatán. No podíamos hacer mucho más que contemplar con horror a medida que las aguas se tornaban rojas a nuestro alrededor. Estamos llegando al Faro, lo que queda de nosotros, y el viento sopla fuertemente hacia el hogar.
Alto Templario Avarius, por favor entiende que no soy un hombre cobarde, pero esta situación… este juego del gato y el ratón ya lleva demasiado tiempo. No hay nada que ganar en continuar el camino hacia Pondium. Daremos la vuelta a nuestras velas y usaremos los vientos alisios para volver a Oriath. Solamente espero que podamos escapar de este demonio abismal.
Que Inocencia nos guíe y proteja.
General MarcoviusReporte templario, "Leer"
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Oh Señor de la Sal y las Escamas, tus siervos te atenderán.
¡Alabado sea Tsoagoth!
Sin vida, pero aún vivo, el Rey del Mar duerme.
Enviamos nuestras oraciones hacia ti, para que puedas dormir eternamente.
Oh, gran rey, ofrecemos esta alma humana como esclava para ti en tu ciudad ahogada.
Toma esta vida y haz que los mares sean calmados y abundantes.
¡Desdichado sea el Marinero que no te ofrezca tributo!
¡Tales hombres son desechados de nuestro reino del océano!
Serán convertido en parias, sin capitán ni comisión,
No nos juzgues por velas indignas,
Míranos como tus sirvientes.
Tus familiares de sal y escamas.
¡Oh, alabado seas Tsoagoth, alabado seas!Santuario al Rey del mar, "Leer"
- Phrecia
- Ralakesh, el Maestro de un Millón de Rostros
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Ralakesh… Mi hermano ha estado ocupado, ¿verdad?
Tangmazu, Los campos de ceniza
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Alto Señor Ralakesh, no soy más que una escoria proscrita, pero tú, un dios de mil caras, ¡me has mirado y me has considerado digno de tu causa!
He ofrecido de forma voluntaria mi cuerpo y mi sangre. Ahora tendrás mis pensamientos para usarlos como mejor te parezca. Solamente te pido que me dejes servir como una de tus Garras Sagradas por toda la eternidad. Permíteme traer tu luz a todo este continente maldito. Mi mayor deseo es ver tu antiguo reino alzarse de nuevo y ver como tus enemigos se rinden a tus pies.Oda a Ralakesh, "Leer"
- Gruthkul, la Madre de la Desesperación
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Sí, conozco a Gruthkul, la madre en duelo. Aparecía bastante en algunos de los textos Vaal que restauré durante mi estancia en el museo en Teópolis.
Después de la muerte de sus hijos, la Reina Gruthkul huyó al norte y encontró eventualmente un respiro entre los refugiados de su propio reino destrozado. Sin embargo, estos partidarios vieron a su propia reina como un arma, una herramienta para vengarse. Alimentaron su dolor, transformando pena en odio, odio en violencia. Como un oso anciano, Gruthkul descendió al salvajismo y a la ferocidad. Pero sus cuidadores subestimaron estúpidamente la agonía que su afligida reina llevaba en su corazón. Como un oso atrapado en una trampa, Gruthkul se liberó de sus lealtades humanas y asesinó a sus seguidores, hasta la última mujer y niño. Fue a través de la devastación que Gruthkul ascendió a la divinidad.
El dolor de Gruthkul ha trascendido a través de las edades y desatará su dolor sobre cualquiera que encuentre hasta que su duelo finalmente termine.
- Arakaali, la Hiladera de sombras
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Aun cuando nuestra valiente Arakaali forjaba las bases de un imperio nuevo a partir de las ruinas del antiguo, una nueva amenaza nació a la sombra de las montañas. Una criatura tan carente de divinidad, tan alejada de la humanidad, que extrajo la mismísima esencia de Arakaali al igual que una araña absorbe la vida de una polilla atrapada. Hubo un tiempo en el que las medicinas de nuestra Reina nos habían mantenido. Ahora la hambruna y la plaga devastaron lo poco que quedaba de nuestras tierras.
A medida que crecía la Bestia de las Montañas, nuestra Arakaali se desvanecía, hasta que, indefensa como una niña, perdió hasta la fe de su mayor devoto, el Templo de Putrefacción. Siento vergüenza por mis ancestros mientras el veneno de la araña quema mi estómago. Cuando nuestra Reina más los necesitaba, su gente la traicionó, la ató con seda y la dejó languidecer en las entrañas de una pirámide, de la misma forma que Arakaali había hecho a Gruthkul tantos años atrás.
Ahora ha vuelto, pero no es la venganza lo que quiere. No es una insensata como Gruthkul. Arakaali, Diosa del Amor, solamente desea acoger al mundo como desearía haber sido acogida.
La ViudaSantuario a Arakaali, "Leer"
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Le he hecho preguntas al Espíritu y este me ha contestado con sueños que me hacían despertar gritando. Arakaali succionará toda la vida de esta tierra y dejará solo cáscaras vacías y huesos polvorientos. No habrá ningún Espíritu, ni nosotros, ni nada que pueda amar o reír.
Solo cáscaras y polvo… y Arakaali. -
Tus suaves susurros debajo de la tierra erizan mi piel, como el aliento de un amante contra mi cuerpo. No duermo. Escucho tu nombre dentro de mi cráneo. Arakaali. Ningún nombre ha tenido un sabor tan dulce en mi lengua.
He escuchado historias, historias de una belleza maldita. El semblante de una mujer, una joya que anda por las calles en los últimos días de un gran imperio. Escuché que buscabas víctimas, pero conozco la verdad. Buscas un hombre que te ame, para romper el hechizo. Esperabas que el amor verdadero te permitiese deshacerte de tu cuerpo de ocho patas, para convertirte en una diosa del amor una vez más.
Me comprometo a ti, mi señora Vaal. Te prometo amor, pues yo soy el hombre que has estado esperando. Unos corruptos amantes de cadáveres afirman adorarte, te llaman la Hilandera de las Sombras, pero solamente has hilado sombras de deseo en mi corazón.
Dulce Arakaali, he encontrado tu altar. Haré la llamada. Te devolveré tu belleza. Te alzaré de las negras fosas de la desesperación y juntos reinaremos en Wraeclast en gloria… para siempre. - Sarn
- Yugul, Reflejo del Terror
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Dentro del pequeño grotesco jardín de Izaro, te encontrarás con un viejo amigo mío.
Yurgul, la boca que bosteza… no es más que un autorretrato de lo que esa patética criatura ha llegado a creer acerca de la naturaleza del miedo. Aquellos que lo miran ven sus propios miedos reflejados en su horrible rostro. - Solaris, Eternal Sun & Lunaris, Eternal Moon
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Es agradable verte en Sarn de nuevo. Desearía que pudiésemos saludarnos bajo cielos más justos, pero esta ciudad permanece nublada por conflictos.
Lunaris, diosa Eterna de la Luna, y su hermana, Solaris del Sol, se han alzado para reclamar lo que una vez fue suyo. Hermanas iguales en fuerza, poderosos ríos gemelos que convergen y barren todo lo que se encuentran a su paso.
Somos animales arrinconados, esperando el diluvio que seguramente nos ahogue. Sin embargo, existen un par de tesoros antiguos, el Orbe del Sol y el Orbe de la Luna. Son nuestra esperanza… nuestra desesperación. -
Estos ojos de búho que tengo han estado observando a la diosa del sol desde lejos. El Orbe del Sol se encuentra en su templo, custodiado por su más ardiente devoto. Un exiliado que, en su locura, se ha hecho llamar a sí mismo “El Amanecer”.
Ese orbe es la semilla que debe ser robada de ese nuevo hijo suyo, y plantada a los pies de su anciana madre. -
He estado observando de cerca a ese exiliado devenido en psicópata que se hace llamar, “El Anochecer”. Anochecer llevó el Orbe de la Luna al Lunaris y no ha vuelto con él, al menos hasta donde yo he visto.
No hay duda de que se aferra a ese orbe como si se tratase del pecho de su madre adoptiva. Si consiguieras separarlo de la teta y colocar aquel orbe a los pies de la madre, aún podríamos llegar a ver a la luna caer. -
Si vamos a ver el amanecer de una nueva era para la humanidad, debemos enseñarle al sol a comportarse.
Sobre el poderoso espacio entre las manos izquierda y derecha de Sarn, Solaris arde para consumir cada momento de la existencia. Sin pensar en la vida ni sus necesidades, ella quemaría el mundo hasta dejarlo baldío antes de entrar en razón.
Se debe permitir que el sol se ponga para que pueda alzarse de nuevo como una bendición, no como una maldición. -
Nos aproximamos al final de nuestra caza divina, encima del puente que ahoga a la gran, mojada garganta de Sarn.
Lunaris, en su fría furia, se ha olvidado de que el caliente sol de la mañana proporciona tanta vida como la refrescante humedad del atardecer.
El imperio con el que Lunaris sueña estaría iluminado por la luna y las estrellas parpadeantes, y la vida se marchitaría en esa noche perpetua. - Vastiri
- Garukhan, Queen of the Wind
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Garukhan deseó los cielos una vez más. Si iba a morir,
quería que fuese ahí arriba en las nubes. Este mundo nunca
había sido su hogar. Ella requería cosas mayores. Ella requería aventura.
Pero aquí moriría, en la tierra… - Shakari, Reina de las arenas
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Cuando recibí mi primera flor de sangre, se me entregó al ritual de la feminidad. Todas las jóvenes mujeres maraketh tenían que bailar con el escorpión, para demostrar que eran dignas de llevar la lanza del dekhara.
No es una tarea fácil capturar a un Escorpión negro maraketh. Sus colas son veloces, sus aguijones afilados, su veneno letal. Logré terminar la prueba sin rasguños, pero mi hermana… Compartimos un vientre, vinimos juntas a este mundo. Ella lo abandonó agitándose y rezumando espuma por la boca.
Desde ese día, he dormido con un ojo abierto, por temor a la picadura del escorpión. ¡Y ahora Shakari, la madre de todos los insectos negros, se alza desde la arena!
Encuentra a esa perra escurridiza y mátala por mi… y por cada niño, cada niña que haya sufrido y muerto por la punta de sus incontables colas envenenadas. -
¿Mataste a Shakari? La muerte de mi hermana ha sido vengada al fin. Se suponía que Shakari era nuestra tutora divina, se decía que nos guiaba a la feminidad. Lo único que daba era muerte.
Supongo que es apropiado que la maestra haya aprendido esa lección mortal por ella misma. Durante toda nuestra vida, hemos vivido por las bendiciones de nuestras diosas, sin embargo, aquí están, demostrándonos que solamente son monstruos.
Por favor, déjame recompensarte por tus esfuerzos. -
En el desierto maraketh, un Oasis se encuentra en el este, cuyas aguas están protegidas de las miradas indiscretas por una tormenta sobrenatural. La arena arrancará la carne de tus huesos, si eres tan necio de entrar en su oscuridad. Sin embargo, debes hacerlo.
La Diosa Shakari se esconde dentro de esta tormenta dorada, se alimenta de venganza mientras resucita y reconstruye su antiguo ejército: un ejército que una vez amenazó con hacer temblar el equilibrio de estas tierras.
Si se le permite revitalizar a sus tropas, la totalidad de los maraketh caerán finalmente bajo la crueldad de su reinado egoísta. Por el momento la tormenta es impenetrable, incluso para mí, pero debe haber alguna manera de entrar.
Los nativos de Atalaya tienen afinidad por el desierto y los climas severos. Quizá alguno de ellos conozca una forma de despejar la tormenta. -
"Así que es cierto", pensó Shakari, mientras inhalaba su último aliento.
"Mi padre, Pecado, me desea muerta. Y ha mandado a su perro rabioso para cumplir su cometido…" - The Silence of the Gods
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Aparte de mi propia presencia, ya no siento las vibraciones de otros dioses. Si bien puede haber más, por ahora, Wraeclast puede respirar tranquila.
Sin embargo, debemos dirigir nuestra atención a Kitava, que todavía se alimenta de esas pobres almas atrapadas en Oriath. Has bebido hasta saciarte de mi especie, y ahora la esencia de las deidades corre por tus venas, a la espera de ser expurgada sobre una víctima. Solo podemos confiar en que sea lo suficientemente fuerte para enfrentarse a ese dios demoníaco. -
Mi nombre es Kirac, rastreador y oficial en la nueva Vanguardia ciudadana de Oriath. Estamos en la línea del frente, asegurándonos de que entidades como Kitava o Inocencia no vuelvan a tomarnos por sorpresa. Los Templarios mantuvieron la verdadera naturaleza del mundo oculta del pueblo, pero ahora el rhoa ha salido de la bolsa, y mantendremos nuestros ojos abiertos. O un ojo abierto, en mi caso.
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Parece que ya fue suficiente. La Vanguardia llevó a cabo la mayor evacuación de la historia… cientos de barcos… y Oriath ha sido abandonada. Después de la dominación de los Templarios, la mano dura de Inocencia, la masacre a manos de Kitava y finalmente la ruina de Sirus, está claro que nuestra pequeña isla no es lugar para que vivan los humanos. Uno podría decir que está maldita, aunque no exentos de responsabilidad respecto de esos desastres.
No es una ironía leve que los oriathanos ahora dependan de los karui que alguna vez esclavizaron. Siempre dije que si pateas a un rhoa en el trasero, un día te pateará la cabeza, pero subestimé el honor de nuestros nuevos anfitriones. Están diferentes después de la muerte de sus dioses... y nosotros también, luego de la partida de los nuestros. No era creyente, pero puedo sentirlo. Ahora estamos solos.
Tendremos que trabajar juntos para enfrentar lo que vendrá...