Echaré de menos al muchacho. Siempre estaba dispuesto a reír, aún si era sobre él mismo. Pero hubiese echado más de menos a Clarissa.
Hargan es mi nombre, por cierto. Y es un honor recibirte en la vieja y sucia Sarn, la metrópolis de la oportunidad. La oportunidad de hacer algo con tu vida o la oportunidad de una muerte muy desagradable. — Introducción |
No estamos con ánimos de charlar en este momento. Nos faltan dos tortolitos, ¿sabes? Clarissa y Tolman. La última vez que los vi, se habían dirigido a la ciudad.
Si te sientes con ganas de ayudar, mantén los ojos abiertos si vas por allí, ¿sí? Quisiéramos tener a nuestros jovencitos de vuelta. Embellecen un poco el lugar. — Clarissa |
¡Ese es un rostro que ya conozco! Un rostro que me costó una gran cantidad de monedas en las arenas de Teópolis. Te tomé por un bonito y privilegiado niño con un deseo de muerte. Aposté todo lo que tenía en tu contra.
Resultaste ser tan bueno con la espada como con el guardarropa. Quizá ahora sea un buen momento para que me pagues lo que perdí, Duelista.
Nos faltan dos tortolitos, Clarissa y Tolman. La última vez que los vi, se habían dirigido a la ciudad. Haznos un favor y mantén los ojos bien abiertos cuando estés por allí. ¿Lo harás? — Clarissa |
Un templario... ¿en el exilio? Ahora sí que lo he visto todo. Dominus se debe haber quedado sin comerciantes honestos para desterrar y finalmente está actuando contra los verdaderos criminales.
Bien, ya que estás aquí, Adoración, quizá puedas ayudarnos. Perdimos a dos tortolitos, Clarissa y Tolman. La última vez que los vi, se dirigían hacia la ciudad.
Que Dios en el cielo ilumine tu camino hacia la salvación, hermano. — Clarissa |
"No se puede atrapar a una Sombra", es lo que nos decían a los comerciantes honestos cuando considerábamos contratar tus servicios. Pero aquí estás. Lo consideraré publicidad engañosa.
Bien, veamos qué puedes hacer para limpiar esa sucia reputación que tienes. Hemos perdido a dos tortolitos, Clarissa y Tolman. La última vez que los vi, se dirigían hacia la ciudad. Y sé que no es algo que forme parte de tu trabajo, pero los queremos vivos, por favor. — Clarissa |
Es una lástima lo que pasó con el muchacho. Era un buen chico. No demasiado inteligente sin embargo. No se puede decir lo mismo de Clarissa. Ella es una sobreviviente. Ve y asegúrate de que actúe según su reputación, por favor. — Tolman |
Un extraño llega al pueblo acompañado de un amante perdido. Suena como el comienzo de una broma. Cómo desearía que así fuera, maldita sea. El problema es que aún nos falta un tortolito, y eso no alcanza. En general vienen en pares, ¿sabes?
Ya que pareces estar en el negocio de las "buenas acciones", ¿qué tal si sumas a Tolman al trato? — Tolman |
¡Ese es un rostro que ya conozco! Un rostro que me costó una gran cantidad de monedas en las arenas de Teópolis. Te tomé por un bonito y privilegiado niño con un deseo de muerte. Aposté todo lo que tenía en tu contra.
Resultaste ser tan bueno con la espada como con el guardarropa. Bien, al menos trajiste a Clarissa de vuelta. Voy a tomar eso como la mitad de la paga que considero que me debes.
El problema es que {un} tortolito, no alcanza. Como los guantes, tienden a ser más útiles en pares. El guante que falta, en este caso, es un joven llamado Tolman.
Trae a Tolman de vuelta y podrás retirarte felizmente.
— Tolman |
Un templario... ¿en el exilio? Ahora sí que lo he visto todo. Dominus se debe haber quedado sin comerciantes honestos para desterrar y finalmente está actuando contra los verdaderos criminales. Solo bromeo, Adoración. En verdad, estoy agradecido de que hayas traído a Clarissa de vuelta.
El problema es que {un} tortolito, no alcanza. Como los guantes, tienden a ser más útiles en pares. El guante que falta, en este caso, es un joven llamado Tolman.
Que Dios en el cielo ilumine tu camino hacia la salvación de Tolman, hermano. — Tolman |
"No se puede atrapar a una Sombra", es lo que nos decían a los comerciantes honestos cuando considerábamos contratar tus servicios. Pero aquí estás. Lo consideraré publicidad engañosa.
Bueno, al menos trajiste de vuelta a Clarissa. Eso ya ayuda a limpiar esa sucia reputación que tienes.
El problema es que {un} tortolito, no alcanza. Como los guantes, tienden a ser más útiles en pares. El guante que falta, en este caso, es un joven llamado Tolman.
Ve si puedes terminar el trabajo, vamos. Encuentra a Tolman. Y sé que no es algo que forme parte de tu trabajo, pero lo queremos vivo, por favor. — Tolman |
¿Ya conociste a Grigor? ¿Lo conociste? Piedad hizo un desastre con ese pobre bastardo. De cualquier modo, quiere hablar contigo. Dijo algo sobre una "Reina Gemita". — Grigor |
¿Ya conociste a nuestro bardo residente? Supongo que no. Prefiere estar solo. Te darás cuenta cuando lo veas. De cualquier modo, él quería hablar contigo. Murmuró algo acerca de una "Reina Gemita", sea lo que sea eso. — Grigor |
Fui el ángel guardián de Clarissa en Oriath. Llevé el pan a su mesa a cambio de algo de trabajo liviano. Trato de mantenerla lejos de los problemas lo más que puedo, pero Sarn está llena de secretos... y Clarissa está llena de curiosidad. — Clarissa |
Es tan... corpulenta, nuestra Maramoa. En mi mente no encontrarás un espécimen más jugoso de mujer. Son sus tatuajes y esa sofisticada forma de hablar. Intoxicante.
Es fría, sin embargo... — Maramoa |
No puedo imaginar las cosas que habrá pasado ese bastardo. Es un milagro que Grigor no haya perdido su mente por completo. Te lo aseguro, habrá perdido algunos tornillos en el camino, pero aún hay mucho que vale la pena escuchar. — Grigor |
Las Barriadas se encuentran al este de aquí. Antes acogía a la plebe del Imperio, hace algunos siglos. Ahora acoge a las úlceras y las llagas caminantes de esta pobre ciudad. — Las barriadas |
Mantente lejos de las sombras. Muerden. — Los imperecederos |
Gravicius es la mano blindada y sangrienta de Dominus. Y yo creía que los Templarios debían ser hombre espirituales dueños de la más profunda humanidad. Notaste el sarcasmo en mi tono, ¿verdad?
Debí contrabandear a un muchacho fuera de Teópolis en una oportunidad. Se había hecho muy amigo de la esposa de Gravicius. Cada Guardia Negro estaba en las calles buscándolo, así que debí pensar con algo de creatividad. Lo llevamos a las alcantarillas y no asomamos la cabeza por encima del pavimento hasta que podíamos oler el mar. Fue un maldito y asqueroso trabajo, pero valió la pena considerando lo que pagó.
¿Quieres enfrentarte a Gravicius? Entonces a veces la única forma de "subir", es "bajar". — General Gravicius |
Gravicius es la mano blindada y sangrienta de Dominus. Y yo creía que los Templarios debían ser hombre espirituales dueños de la más profunda humanidad. Notaste el sarcasmo en mi tono, ¿verdad?
Debí contrabandear a un muchacho fuera de Teópolis en una oportunidad. Se había hecho muy amigo de la esposa de Gravicius. Cada Guardia Negro estaba en las calles buscándolo, así que debí pensar con algo de creatividad. Lo llevamos a las alcantarillas y no asomamos la cabeza por encima del pavimento hasta que podíamos oler el mar. Fue un maldito y asqueroso trabajo, pero valió la pena considerando lo que pagó.
Confía en mí. Las Alcantarillas son el único modo de infiltrarse hasta el blindado trasero del General. Y necesitarás una llave para llegar allí. Habla con Clarissa sobre eso. — General Gravicius |
¿Te has encargado de Gravicius? Me gustaría poder comunicarme con ese muchacho que alejé por contrabando de la esposa del general en su momento. La buena viuda necesitará un hombro amable donde llorar. — General Gravicius |
Piedad fue a conocer al Creador, ¿verdad? Me encantaría ser una mosca para escuchar esa pequeña charla. — Piedad |
Victario fue un poeta que terminó por liderar una rebelión, justo bajo las narices del Emperador Chitus. Pero esto es lo que realmente me interesa. Nuestro bardo era además un talentoso ladrón. Llevó a cabo el atraco del siglo, obviamente en el nombre del pueblo. Tres bustos de platino creados meticulosamente y pagados por Chitus para su trío favorito de generales.
Victario y sus amigos se escondieron en las alcantarillas. Ahora que tienes las llaves de Clarissa, quizá te sientas con ánimos de buscar esos heroicos bustos para mí. Seguro puedo hacer que valga la pena. — Victario |
No soy ningún historiador erudito, pero sé que el Emperador Chitus fue derrocado por Voll de Thebrus en la llamada "Rebelión de la Pureza". Pero Voll tuvo el reinado más corto del Imperio Eterno. El cataclismo se encargó de eso. — La rebelión de la Pureza |
Es ciertamente una linda estatuilla... Si no te molesta, puede que me asome por allí, ahora que controlaste un poco las pestes. A dar una mirada por si hay algo que valga la pena rescatar. — Los escondites de Victario |
{Dos de tres bustos... no son tres, ¿verdad? Tres es un número ordenado. El tercer y último refugio de Victario te espera, mi audaz socio de negocios.}{Dos de tres bustos... no son tres, ¿verdad? Tres es un número ordenado. El tercer y último refugio de Victario te espera, mi audaz socia de negocios.} — Los escondites de Victario |
{El poeta del pueblo pudo esconder su botín de Chitus, pero no de nosotros, ¿cierto? Sabía que eras el exiliado adecuado para el trabajo. Estoy seguro de que las reservas de Victario te habrán recompensado de sobra, pero aquí hay un extra, algo que encontré bajo la cama de un hombre muerto. ¿Por qué? Solo porque me caes bien.}{El poeta del pueblo pudo esconder su botín de Chitus, pero no de nosotros, ¿cierto? Sabía que eras la exiliada adecuada para el trabajo. Estoy seguro de que las reservas de Victario te habrán recompensado de sobra, pero aquí hay un extra, algo que encontré bajo la cama de un hombre muerto. ¿Por qué? Solo porque me caes bien.} — Los escondites de Victario |
Es bueno ver que sigues luchando. Con todos estos dioses y horrores del pasado deambulando por Sarn, no asumo que quede alguien vivito y coleando estos días. — Saludos |
Son una pareja excepcional, ¿verdad? Sí, excepcionalmente perturbadora.
Esa chica fue una vez la más dulce que pudiese nombrar. Hoy en día, no para de hablar sobre ese cadáver viviente suyo. Solamente sería necesario darle un golpe rápido y contundente con una roca y Tolman dejaría de ser un problema. ¿Tentador, no crees? — Clarissa y Tolman |
Por si Sarn no estuviese ya lo suficientemente enloquecida, ahora tenemos una bruja de lengua afilada cocinando una apestosa maldición en las alcantarillas. Al principio pensé que era mi suegra. Pero no, basado en mi escaso conocimiento histórico, creo que se trata de una tal Doedre Lengua Negra.
Dónde demonios se esconde, no tengo ni idea. Así que la única manera en la que vamos a capturar a esta bruja es ensuciándonos las manos, y posiblemente mucho más. Por “nosotros”, me refiero a “ti”, claro. Las alcantarillas no son un lugar para un simple hombre de negocios como yo.
Haznos a todos un favor. Entra a las alcantarillas y rastrea a esa vieja bruja. Consigue que se muestre y derrótala. Ja… ¿mejor tus ojos que los míos eh? — Doedre Lengua negra |
Uno podría suponer que alguien tan hábil como Doedre hubiese mantenido su cabeza escondida tan pronto como te vio venir. Supongo que la muerte nos roba muchas cosas, incluyendo el sentido común.
En cualquier caso, gracias. Las alcantarillas ya pueden transportar agua limpia ahora que no hay una fétida bruja atascando las tuberías.
Toma, ten esto para conmemorar tu buen trabajo de limpieza. — Doedre Lengua negra |
Si vas a involucrarte en el negocio de las antigüedades, merece la pena tomar nota de toda la historia que puedas. Los Jardines Altos y el gran Emperador Izaro, por ejemplo. ¿Has escuchado hablar acerca del Laberinto del Señor? Los Jardines Altos fueron diseñados por Izaro a modo de prueba antes de su gran trabajo.
Convirtió su jardín personal en un laberinto y lo llenó con todo tipo de trampas y bestias desagradables. A los criminales convictos se les presentaba una elección. La muerte o el Jardín. Si lograban atravesarlo, conseguirían el perdón imperial.
No hubo ningún registro de perdón que yo sepa. Eso es lo que ocurre cuando la gente tiene demasiado tiempo y oro en sus manos. — Los jardines altos |
Una palabra de precaución. Es posible que el ankh tuviese poderes milagrosos, pero apuesto a que existe una desagradable razón por la cual Veruso escondió la maldita cosa. He intentado advertir a Clarissa, pero sus oídos parecen igual de muertos que aquel novio suyo. — El ankh de la eternidad |
Te vuelve a hacer falta mi variada experiencia, ¿verdad? Solaris y Lunares consiguieron estar al frente de la gente del Imperio Eterno.
Se pensaba que Solaris era la luz del liderazgo, guiando e iluminando a cada emperador que se sentaba en el trono. En la práctica, la mayoría de los emperadores resultaron ser poco prometedores, pero la historia y la teología nunca miden con la misma vara.
En cuanto a Lunaris, era una diosa de la luna y la tierra, la madre de los sueños y la inspiración. No parece una mala dama hasta que consideras que los sueños albergan pesadillas y que la inspiración se acerca mucho a la locura. — Solaris y Lunaris |
Le agradecería a los dioses, pero parece que estás acabando con ellos a una velocidad alarmante.
¡No es que me esté quejando! En mi experiencia, la teocracia nunca ha sido buena para los emprendedores como yo, a no ser que te dediques al negocio de las reliquias sagradas. Demasiado devoto. Demasiado ordenado. Prefiero caos, pues en el caos es donde nace la oportunidad.
Sarn puede retornar a su estado usual de anarquía y yo puedo volver a mi negocio. ¡Todo el mundo sale ganando! — Solaris y Lunaris |
Esos orbes son piedras poderosas. Tan antiguas como los Azmeri, incluso más antiguas. He leído todo lo que hay acerca de estas pequeñas bellezas. Se dice que el Orbe del Sol contiene todo lo que fue, mientras que su hermana, el Orbe de Luna contiene todo lo que será. El pasado y el futuro, comprimidos dentro de cristal y taumaturgia. Tiemblo al pensar en lo que podría ocurrir algún día si todo eso se saliera. — El orbe del sol y el orbe de la luna |
Grigor se fue sin decirme una sola palabra, el maldito maleducado, pero sospecho que su alma poética ha sido atraída hacia su hogar, Ezomyr. Un largo viaje, pero una travesía que merece la pena recorrer para encontrar consuelo entre su propia gente. Sin duda se asombrarán al verlo. ¡Esperemos que el amor familiar sea tan miope como dicen!
Habrá muchas historias que Grigor les pueda contar, por supuesto. Ahora que lo pienso, ahora que Dóminus ha sido derribado de su trono, no hay nada que impida a los Ezomitas aprender una cosa o dos gracias a las historias de Grigor. Quizás incluso consideren invadir esta joya de la corona sin brillo de Wraeclast. Espero que tengan buen ojo para las oportunidades… un hombre podría ganar una buena suma ayudando a dichos invasores a abrirse camino hacia Sarn y a través de sus múltiples peligros. — Grigor |
La poca humanidad que tenía el General Titucius al nacer, la intercambió por fuerza. Llegó al punto de ordenarle a Malachai que reemplazara sus articulaciones con gemas de virtud… loco bastardo. Después, el Emperador Chitus encargó a Titucius subyugar a Maraketh, un trabajo que disfrutó demasiado, si quieres saber mi opinión. — Héctor Titucius |
He escuchado hablar acerca de un Viejo erudito Vaal que se llamaba "Yugul". Llevaba a cabo experimentos espantosos en busca de alguna pieza de desagradable sabiduría escondida en las regiones más bajas del terror humano. Practicaba nada menos que con niños pequeños. Asustaba hasta la muerte a los chiquillos Vaal y luego almacenaba su miedo dentro de una sala de espejos taumatúrgicos.
Puede que toda la historia sea una farsa, y esta es la peor parte: parece que el viejo Yugul encontró algo en ese miedo, suficiente para asustar a todo un grupo Vaal y hacer que lo adoraran.
Sinceramente, algunas personas adorarían a cualquier cosa por un poco de paz espiritual. — Yugul |
¿Así que era el maldito erudito después de todo? Bastardo enfermo. Bueno, ya no existe, y espero que te hayas asegurado de que sufriera como aquellos pobres chicos a los que atormentó. Lo hubiese tostado lentamente como si se tratara de un cerdo a la brasa, para ver si le gustaba tener la boca rellena de manzanas.
Toma, ten algo por mantenernos a salvo de los divinos indeseables de este mundo. — Yugul |
Cuéntame una cosa, ¿hay alguna posibilidad de que quieras unir fuerzas y sacar un sustancioso beneficio junto al viejo Hargan? ¿Has escuchado alguna vez algo acerca de las Alas de Vastiri? No es otro maldito artefacto del montón. Este era el mayor símbolo de soberanía para los Maraketh, siempre en poder del “Sekhema de los Sekhemas”. Los libros de historia cuentan que las Alas fueron usadas por última vez por Sekhema Asenath, la Sekhema Dorada… la misma que fue asesinada por Héctor Titucius.
El único problema es que Titucius se encuentra despierto y custodiando sus preciosidades una vez más. Pero si pudieses recuperar esas Alas de Vastiri estoy convencido de que podría vendérselas de vuelta a los Maraketh por una cuantiosa suma. Son un icono cultural después de todo, rebosan de valor sentimental.
¿Qué me dices? — Las alas de Vastiri |
¡Las has encontrado! Apuesto a que no ha sido tarea fácil. ¿Qué tal le va al viejo Héctor? No muy bien después de haberse topado contigo, ¿verdad? Sacaré brillo a esas alas y se las devolveré a sus dueños tan pronto como mi amigo Maraketh consiga que su gente pague el rescate… ejem, el precio, quiero decir.
Mientras tanto, llévate alguna cosilla de mis existencias como pago. — Las alas de Vastiri |
Bueno, están forjadas a partir de oro sólido, eso seguro. Pero supongo que eso no es realmente lo que estás preguntando.
Las alas son una pieza atesorada de la herencia Maraketh. Cuando las tribus dejaron sus disputas y se unieron para combatir contra el Imperio Eterno, las alas eran vistas como un símbolo de su unión. La Sekhema Dorada las vestía mientras conducía a toda su sangrienta horda hacia Sarn. Era la única gran esperanza de los Maraketh, aquella Asenath.
Héctor Titucius aplastó sus esperanzas y a su preciada sekhema. — Las alas de Vastiri |
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