Lore
- The Conquerors of the Atlas
- The Nature of the Atlas
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"Los primeros exploradores usaron las colinas para descubrir la extensión de la tierra, y se maravillaron viendo cómo se ondulaba, estrellaba y retorcía."
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"Había estaciones en este extraño lugar nuevo, pero no de sol y nieve.
Estaciones de piedras que se elevaban y caían como oleaje.
Estaciones de estructuras y crecimiento, y locura y caos.
Estaciones de nacimiento y decaimiento que parecían desconectados de una causa." -
"Por un tiempo, se creyó que este lugar podía dar origen a un imperio
más grande que cualquier otro en la historia.
Creyeron que las tierras podían ser domadas y controladas.
Pero el control, como todo en ese lugar, era una ilusión." -
Hace poco te habría dicho que los mapas eran una mezcla hermosa de ciencia, taumaturgia e imaginación; que solo necesito imaginar un lugar para conjurar un camino hacia él.
Los pensaba como un paraíso a la espera de ocurrir, pero son más bien un tentador trozo de comida esperando bajo una enorme jaula. Puede que el cazador ya no esté, pero las trampas siguen armadas. -
El Atlas contiene muchas manifestaciones extrañas, algunas de las cuales son culturas reflejadas de Wraeclast. Me he encontrado con algunos grupos de mercenarios que, si quedan a su suerte, pueden volverse una piedra en nuestro zapato. Exiliado, necesito que los encuentres y los elimines.
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Durante mucho tiempo pensé que la corrupción era un fenómeno único de Wraeclast, pero con solo dar un vistazo a estas tierras del Atlas, podrás ver algo aterradoramente similar, por no decir idéntico, que se ha afianzado aquí.
¿Es la corrupción única para Wraeclast, o la rareza real es la aparente falta de corrupción en otros lugares? En lugar de lamentar al continente condenado, quizás deberíamos estar contando nuestras bendiciones incorruptas. -
Durante mis primeras incursiones dentro del Atlas, sentí que cada pequeño progreso desbloqueaba más entendimiento sobre la naturaleza de la existencia. Ahora estoy empezando a preguntarme si no es lo opuesto.
Hay momentos en que siento que el Atlas me observa, me vigila y me ofrece una porción de mis deseos para que regrese. Pareciera como si a medida que más me adentro para explorar, más envuelve mi mente. -
Comencé a explorar el Atlas para acercarme a mi padre, de quien estaba distanciada. No tenía ni idea de lo cercanos que nos volveríamos, aunque ya no quedaba mucho en su mente en ese entonces…
En retrospectiva, creo que fui demasiado optimista sobre lo que el Atlas podía significar para... bueno, para todos. Imagina mundos infinitos, recursos infinitos, espacio infinito para vivir.
Pero ahora entiendo que esto tenía un costo inconmensurable. Habitar aquí es volverte vulnerable a una locura atroz. Es ineludible y artera. Busca tus más grandes deseos y te ofrece un vistazo de cómo podría ser, y esa tentación... Fue todo lo que pude hacer para evitar seguir los pasos de mis amigos...
El trabajo que hacemos es importante, pero también es arriesgado. Por favor, si comienzas a sentir que tu cordura se esfuma, debes decírmelo. -
El grupo de exiliados que acabó con el Antiguo no fue, desafortunadamente, el primer grupo que reuní. Los demás enloquecieron y fueron asesinados mucho más rápidamente, e incluso los muertos siguen deambulando por ahí. No creo que puedan causarte muchos problemas, a menos que alguno de mis aliados los alcance antes.
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Regresé a Oriath en una de las primeras flotas de sobrevivientes, emocionada por tener la oportunidad, finalmente, de darle utilidad a mis conocimientos. Durante los esfuerzos de reconstrucción, nos encontramos un artefacto dorado; un artefacto que, como descubrí más tarde, pertenecía a mí padre.
Esperaba que pudiera ser útil en los esfuerzos para repoblar, pero cuando descubrimos al Antiguo, se hizo evidente que lo que yacía más allá de los portales del artefacto tenía más probabilidades de hacer daño que de ayudar. Secretamente, reuní un equipo que constaba de exiliados que ya habían probado su habilidad de combate en Wraeclast, y me puse en marcha para sellar al Antiguo. Tuvimos éxito. El alivio que sentí... es imposible de explicar. Pero...
El Atlas es un lugar peligroso. Ataca tanto al cuerpo como a la mente. Hace que Wraeclast parezca amigable. A mi equipo, mis amigos, el viaje los afectó profundamente. La tentación del poder finalmente acabó por hacer que perdieran sus lazos con la realidad.
Era solo cuestión de tiempo para que terminara uniéndome a ellos. -
Lo siento si parecí grosera, pero al entrar al Atlas, es posible que hayas puesto en peligro a toda la humanidad.
Mi nombre es Zana, y hace algún tiempo llevé a un grupo de exiliados como tú hacia el Atlas. Nuestra tarea, asegurarnos de que una criatura llamada Antiguo no llegara a nuestro mundo, fue de inmensurable importancia. Aunque los exiliados que recluté eran combatientes adeptos, el viaje fue difícil. Y aun así tuvimos éxito. Derrotamos al Antiguo. Aunque no pudimos salvar... Tuvimos éxito.
Creí que todo había terminado, pero... pero mis compañeros seguían volviendo. Una y otra vez, entraban al Atlas y acababan con mundos enteros. No tenía nada que ver con salvar a Oriath ni hacer descubrimientos, era solo para... matar.
El Atlas le hace cosas extrañas a nuestros procesos cognitivos. Al principio pensé que la locura era un síntoma del Antiguo, pero ahora... pienso que es el Atlas. Estoy segura.
Pero estos exiliados ahora eran tan fuertes... que no vi otra opción más que destruir la única forma de salir. Nos sellé a todos adentro y esperé a que la muerte nos encontrara.
Pero nos encontraste tú.
- Falling Out
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Mi queridísimo Landren.
Parece que nunca abandonaremos este extraño lugar. Nuestra guía declara que el artefacto que usamos para llegar aquí se ha roto y no puede ser reparado, y que sería necesario un milagro para encontrar un camino a casa. Desafortunadamente, conocemos el valor de los milagros.
Solo puedo esperar que quizás algunos exploradores intrépidos descubran este lugar y se aseguren de que esta carta te llegue, aunque eso puede ocurrir en mil años.
Cómo quisiera haber podido pasar algunos momentos más contigo, y haber podido sentir tu mano sobre la mía una vez más. El destino se ha asegurado de que, al igual que durante nuestros días en las Cortes, el deber se anteponga al deseo.
Todo lo que hice, lo hice para que estés a salvo.
Espero que encuentres la felicidad.
Tuyo eternamente.
Baran - Al-Hezmin, el Cazador
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Cuando pasas tanto tiempo en el Atlas como nosotros, las habilidades básicas de supervivencia no son suficientes, y es necesario dominar las características de la tierra. Es una gran tarea en un lugar donde la tierra cambia todos los días, y sin embargo Al-Hezmin se arrojó a ella como un rhoa al lodo. Es imposible contar la cantidad de veces que nos salvó de perdernos en cavernas eternas y serpenteantes, o halló las huellas de alguna bestia poderosa mucho antes que todos los demás.
Nuestros halagos deben habérsele subido a la cabeza, porque comenzó a esforzarse por ser el mejor siempre. Si Drox traía dos jabalíes de una cacería, él necesitaba traer tres. En batalla, debía asestar los golpes más llamativos y devastadores, y debía asegurarse de que todos lo viéramos hacerlo.
Su fijación en perfeccionar sus habilidades fue muy útil durante nuestra campaña contra el Antiguo, así que en ese momento no le dimos mucha importancia.. pero lo fue dejando vacío de forma fundamental. Era un gran fanfarrón, pero a su vez estaba desesperadamente asustado de ser expuesto como el segundo o tercero mejor. Nunca fue malo conmigo, incluso a medida que la locura se extendía en su interior, pero con guerreros capaces como Drox que amenazaban su imagen... una lucha era inevitable. Nos escapamos en medio de la noche, pero dudo que un hombre de tal talento no lo haya notado. Está en algún lugar, acechando y observando, esperando al momento oportuno para golpear... -
Persona nueva: No lo reconozco. No se mueve como los demás. Más consciencia. Lo vi hablar con Zana. No sé de dónde vino o a dónde fue.
Parece fuerte. Más fuerte que muchos de los otros exiliados que vimos. Definitivamente lo recordaría si lo hubiera visto antes. Quizá Zana lo ocultó de nosotros.
De todos modos, no es tan fuerte como yo.
Colocaré algunas trampas. Las probaré. Veré de qué están hechas.
Luego mataré a Drox. - Drox, el Jefe de guerra
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Siempre hay otra colina verde más allá del horizonte en estas tierras eternas y prístinas. Después de ser exiliado y abandonado sin nada, ahora he encontrado un reino donde la vida puede comenzar desde cero.
Ahora que el Antiguo y el Creador se han ido, podremos construir un reino de ley y justicia justo aquí. Podremos dejar atrás la dominación militante de los Templarios. Ya nadie deberá temer a quienes están en el poder, pues yo seré quien lidere, y por mi fuerza la ley será equitativa y justa para todos.
Quizá sea un sueño, pero puedo hacerlo realidad con mi fuerza. Cada valle liberado de sus amenazas es otro valle más para las personas que algún día traeré aquí. Ellos serán libres y yo seré su señor, y gobernaré a través del respeto de la gente, y no del miedo o la religión.
Drox el Justo. -
Cada valle que logro asegurar se añade a la extensión de mis tierras y, sin embargo, cuando regreso están habitados por fantasmas e ilusiones retorcidas una vez más. ¿Será que las nieblas coalescen para formar criaturas febriles o que no encuentro forma de volver por mi propio camino? Un reino perdido en la niebla no es un reino.
Y sin embargo, veo que las nieblas obedecen mis expectativas de forma sutil a medida que crece mi fuerza. Quizás pueda controlar este reino con más habilidad a medida que mi fuerza se hace incuestionable.
Sí, esa es la clave. Debo ser más fuerte. Solo entonces mi reino será real.
Drox el Poderoso. -
Con cada lucha que pasa golpeo más fuerte y me muevo más rápido. Siempre estoy al borde de alcanzar ese glorioso flujo de batalla en el que mi velocidad pueda superar a las nieblas. Lo siento en mi cuerpo, quemando mis brazos mientras corto a los enemigos por la mitad. Ya no importa qué fantasma enfrento, solo importa qué cae de un golpe, abriendo paso para mi siguiente oponente.
El sueño está cerca. Mi reino está casi al alcance de mi mano. Lo conseguiré, aunque signifique que deba luchar incesantemente y para siempre. El poder en bruto fluye en mi interior, y el júbilo es mi compañía constante. Mi gente tendrá su hogar.
Drox el Guerrero -
¡La gente alaba a su rey! Aclaman lo sorprendente y poderoso que es mi reino a medida que hago caer enemigos en una llamarada de gloria dorada. ¡Esto es justicia! Tierras libres para hombres libres, elevando sus manos y clamando sus esperanzas desde la niebla mientras oblitero a los enemigos que cubren estas tierras.
Finalmente, somos libres, gracias a la fuerza de nuestros brazos y el filo de la justicia. Nunca descansaré, para que mi gente pueda ocupar los valles del Atlas y prosperar. Me conocerán como conocen al sol, brillando sobre ellos en una llamarada dorada.
Drox el Jefe de Guerra -
He visto muchos combates, exiliado, pero nunca he visto a nadie más cómodo en el campo de batalla que Drox. Aunque no era nuestro líder, era nuestro comandante. Cuando se debía tomar una decisión imposible en medio de un combate, de alguna forma Drox siempre encontraba el mejor camino hacia adelante. Nos guió a través de muchas situaciones que creíamos fatales con una sonrisa cálida e imperturbable que nos mostraba que creía en nosotros.
Pero en algún punto, de forma casi imperceptible, Drox dejó de tomar decisiones para el grupo y empezó a enfocarse en su nuevo sueño. Sus sonrisas se volvieron ceños fruncidos. No dejaba de obsesionarse con esta idea loca de construir un reino en el Atlas. Se volvió frío con Veritania y distante del resto de nosotros. Todos sus esfuerzos se centraron en asegurar el Atlas y establecer la ley. Su obsesión nos ponía en peligro a todos, y eso yo no podía tolerarlo.
Cuando alejé al grupo de él, no lo notó o no le importó. - Veritania, la Redentora
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Este "Atlas" me incomoda. Mientras el Antiguo y el Creador luchaban por dominarlo, sus territorios tenían un cierto sentido violento. Conocíamos el propósito detrás de las aberraciones contra las que luchábamos. Ahora esos propósitos se han ido, estas tierras han vuelto a ser como una arcilla primordial maleable que parece ofrecer nuestros deseos como ofrendas y regalos de conciliación.
Hace mucho, antes de ser exiliada, incluso antes de conocer verdaderamente las burdas realidades de la adultez de la humanidad, caminé en un salón de espejos en una feria en Teópolis. Ante la luz parpadeante de las antorchas, me vi reflejada en la infinidad, oscurecida finalmente no por algún horizonte, sino por el oscurecimiento y reducción de mi propia imagen a medida que se volvía más y más distante detrás de sus propios ecos.
Las nieblas del Atlas son iguales. No hay neblina, ni humedad, no es una niebla real que se arremolina y oculta. Solo están mi voluntad, mis pensamientos y mis expectativas, reflejadas como incontables ecos a través de un espacio vasto e inmensurable. Un ser puro podría convertir esto en un paraíso, pero nosotros somos mortales, y estamos repletos de vicios.
El deseo es el verdadero enemigo aquí.
Veritania la disciplinada -
Durante un corto tiempo después de que perdiéramos a Sirus, hubiese llamado amigos a mis compañeros exiliados. Quizás incluso familia. Se forma un cierto lazo entre quienes creen que están por morir, y eso nos mantenía concentrados… pero no morimos. Sirus se sacrificó y logró la victoria.
¿A qué costo? Estamos a la deriva. Cada uno de nosotros ve lo que desea en el amorfo horizonte, y sigue su propio camino. Vi a Baran seguir su cruzada con ira justiciera, aunque no sé hace cuánto tiempo, porque el sol es falso en este lugar. Sospecho que cada valle que atravieso tiene un sol solo porque yo espero que esté ahí en el cielo. ¿Esos valles tienen un cielo solo porque yo espero que esté ahí? Ya no creo en absolutamente nada.
No me consideraría amargada, pero veo cómo los demás descienden mientras me mantengo firme en mis convicciones. Drox cree que puede crear una nueva tierra en este lugar, con él como rey. Su orgullo lo aleja cada vez más de mí. Al-Hezmin busca perfeccionar sus habilidades contra enemigos cada vez más peligrosos en el vano intento de ser más poderoso que Drox y Baran. Es un curioso caso de envidia que envenena tanto su alma como la tierra de su alrededor.
Todos se están volviendo desagradables.
Veritania la ejemplar -
Ya entiendo. Debo servir como el corazón moral de este lugar. Los otros están perdidos en la gula de sus objetivos. Se han convertido en simples adictos delirantes perdidos en una niebla de indulgencia, y solo pensar en eso me da náuseas.
Sigo luchando contra los horrores de las nieblas porque debo mantenerlos a raya. Los puros necesitan fuerza para imponer el orden en un mundo caótico, y no puedo dejar que gente de la calaña de Al-Hezmin o Drox propaguen sus sucios vicios.
Sí, soy la única libre entre nosotros en el salón de los espejos. Soy la única que todavía piensa con claridad. Debo sacarnos de aquí antes de que sea demasiado tarde... Soy la única que puede salvarnos.
Veritania la pura
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¡Criaturas horrendas y desagradables! Este "Atlas" está infestado de vicios. Emergen de las nieblas desde todos lados, bailando, riendo, comiendo, tomando y retozando en la grotesca exageración de los defectos de los mortales. El ruido de sus bocas mientras mastican me hace chirriar los oídos, sus gargantas tragando vino me llenan de ira, y el toque de las monedas de oro, joyas y del tesoro dorado me hace temblar.
¿No ves lo repugnante que eres? Deja de consumir, deja de participar, ¡y ve la abominación en la que te has convertido! Cada bocado que tragas y cada mentira que te dices a ti mismo solo te vuelve más monstruoso. Estás cambiando. Tu forma está mal. Tu boca se hincha y crece, tus ojos se hinchan y tus manos se inflan. ¡¿No te ves?!
Te salvaré de tus propios vicios purgando tu debilidad.
Veritania la redentora -
Cuando la conocí, Veritania era una paradoja. Era callada y reservada hasta el punto de la reclusión, y aun así parecía obligada a ayudar a los demás por un código moral humanístico que profesaba alrededor de la hoguera. Antes, ella cuidaba a los hambrientos, desafortunados, adictos, esclavizados y sin hogar por igual. De hecho, fue exiliada por su trabajo de caridad... porque ayudar a demasiados maraketh y karui maltratados hizo enojar a personas poderosas de Oriath.
A medida que explorábamos el Atlas, la mente de Veritania se volvió un recurso invaluable. Gracias a ella, pudimos extender nuestros limitados recursos mucho más de lo que podría haber deseado, y con ello evitamos confrontaciones infructuosas y conservamos nuestra fuerza para momentos donde era más importante. Veía las situaciones malas llegar antes que nadie, y nos ayudaba a evitarlas.
Pero su mente, como la de los demás, se quebró bajo el peso del Atlas, y Veritania, que solía ser misericordiosa, se volvió desdeñosa ante todo lo que encontrábamos. Nadie salvo Drox podía cumplir con sus crecientes expectativas. Se separó del grupo poco después de que lo abandonáramos. La última vez que la vi, me acusó de usar los misterios del Atlas como una droga para distraerme de la pérdida de mi padre. Después de un comentario así de cruel, podrás imaginar que no muero por verla de nuevo. - Baran, el Cruzado
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Como muchas personas que solían ser leales al régimen Templario, Baran sentía un deprecio particular por sus antiguos hermanos. Nuestro desdén mutuo por Dóminus nos ayudó a conectar. Nos quedamos hasta muy tarde durante muchas noches, discutiendo el lugar donde la ciencia y la espiritualidad se superponen... y donde chocan.
Aunque solía coincidir con la visión secular de Veritania de que las personas deben ser responsables de sus acciones, Baran seguía creyendo fervientemente que confiar en Dios era necesario para alcanzar buenos juicios morales. Aun después de todo lo que los Templarios le hicieron pasar, su fe no flaqueaba.
No siempre estuvimos de acuerdo, pero respetábamos nuestras posturas. Claro que, una vez que la locura se asentó, ese respeto se desvaneció y fue reemplazado por discusiones enardecidas e insultos. A medida que el grupo se reducía, encontró razones para dudar de todos los que se habían ido. En nuestra última pelea antes de que nos separáramos, me acusó de haber sido enviada por un demonio de sombras para alejarlo del camino de la rectitud...
Y entonces me quedé sola. -
Así que esto es todo. Baran no puede ser salvado. Caeserius… ¿entendía el costo? ¿Sabía el destino al que estaba condenando a mi hermano? Siento un gran rencor al pensar lo lejos que fue para salvar a su padre, y sin embargo aquí estamos, abandonando a mi hermano en una locura eterna. No se puede hacer nada, pero sigue siendo doloroso.
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En mi corazón, la culpo por lo que le ocurrió a Baran. Si simplemente estuviera muerto, eso sería una cosa, pero está en alguna parte sufriendo una locura eterna por su culpa. No puedo negar esa amargura. Sin embargo, el deber llama. La gente que tenemos es ese deber. Si tratáramos de explicar esto a los Magistrados ciudadanos, Caeserius sería encerrada por su asociación con criminales, y todos seríamos arrojados en un asilo por nuestras locas historias. Debemos enfrentar a este "Sirus" juntos, y dejar el dolor de lado.
- Watchstones and The Return of Sirus
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Me abandonaron. Me abandonaron cuando los necesité.
Recuerdo haber visto una luz que era tragada por un orbe de oscuridad. Suspendido. Recuerdo sus manos tratando de aferrarse a algo. Desesperación. Recuerdo dar un paso adelante. No estaba pensando en mí ni en Oriath. Estaba pensando en mis amigos, en mis hermanos y hermanas, cuyas vidas dependían de mí. Recuerdo su frío toque apresándome, y me desvanecí.
Recuerdo... vidrio. Estar encerrado en vidrio. No podía moverme. No podía hablar. Pero podía ver todo. Vi todo. Los vi a todos. Los vi irse. La vi irse. Fue todo tan rápido. Mil días y noches pasaron en un instante. Y entonces...
Nada. Ya no sentí nada. Ni tristeza ni ira. Ni alegría. Ni dolor. Ni placer. Era libre. Libre para moverme e ir a donde quisiera. Libre de deseos. Libre para ver el universo como era.
Un vacío. -
A quien descubra esta carta.
Lo que ocurrió en este reino extraño y retorcido escapa la comprensión. Un mal más antiguo que el propio tiempo rondaba estas tierras alimentándose de las memorias de Valdo Caeserius, un hijo de Oriath.
Lamentablemente, el desalmado que se alimentaba de él era inmensurablemente poderoso, y certero en su deseo de esparcir el llamado “Decaimiento”. No sé por cuánto tiempo perseguimos a este demonio. Suficiente para que mis aliados comenzaran a mostrar signos de locura. De seguro habríamos caído en ese mal si no fuera por el valiente liderazgo de Sirus… y su sacrificio.
No encontramos el modo de acabar con el demonio, aunque lo intentamos incontables veces. Fue la hija de Valdo la que halló el modo de sellarlo. No obstante, la pobre Zana perdió a su padre, que en paz descanse. Nuestra táctica habría fallado si no hubiera sido por Sirus. El demonio no se habría rendido, arañando para salir del artefacto de Zana. Sirus… se abalanzó sobre él. Vimos al demonio acceder a su cuerpo y finalmente aferrarse. Sirus y el demonio cayeron en la trampa, entrelazados, hacia fuera de la realidad. Ambos.
Y entonces Sirus estaba allí nuevamente. Ninguno presenció su regreso. Sus ojos no se movían, no pestañeaba, y sus murmullos… eran locos y continuos. Entonces su rostro se contrajo de un modo que solo había visto en hombres poseídos por el espíritu negro. Nos atacó una y otra vez. No pudimos retenerlo. Debimos escapar de allí. En ese momento descubrimos que nuestro camino a casa estaba sellado. La hija de Valdo había saboteado nuestro regreso.
No sé hace cuánto tiempo estamos atrapados aquí. Semanas, como mínimo. Posiblemente años. El tiempo en el Atlas es una ilusión.
Por favor, querido lector, si tienes un mínimo de sensatez en tu interior, no permanezcas aquí. Regresa a Oriath o a donde sea que esté tu hogar. Habla sobre el heroísmo y el sacrificio de Sirus, y abandónanos, a él y a nosotros, a morir con los secretos que hallamos.
Baran, el ateo -
Se ha quedado callado. Finalmente, sus murmullos locos se han detenido.
No había escapatoria. Sin importar dónde fuéramos, dónde nos ocultáramos, dónde nos refugiáramos, sus murmullos nos encontraban. Incluso cuando nos separábamos, su voz envolvía nuestras mentes como una serpiente, estrujando cada pensamiento en formas distorsionadas. No podía oír los susurros de dios con ese ruido constante.
No me atrevo a visitarlo ahora. Solo quiero escapar de esta prisión y castigar a esa blasfema insolente, Caeserius, por su estupidez. Entonces, quizás, regresaré con mi ejército y tomaré el Atlas. ¿Qué mejor signo de fe que establecer una nación en el nombre de Dios? ¿Y más tarde? Lo que Dios susurre.
Él me ha mostrado una puerta. Las rocas. Los caminos que revelan. Solo necesito encontrar la llave apropiada.
Dios todopoderoso, soy tu sirviente. Soy tu espada. Soy tuyo en mente, cuerpo y alma, y prometo que te entregaré todo lo que quieras poseer.
Baran, el bendito -
Cuando Baran escapó, dejó una roca tras de sí. Superficialmente, parece una gema de virtud, pero no creo que sea eso.
Cuando derrotamos al Antiguo, no lo matamos. No creo que se pueda matar a algo así. En lugar de eso, sellamos al Antiguo usando un artefacto diseñado por mi padre: un diseño que tomamos de las memorias físicas que encontramos de él. Cuando sellamos al demonio, algunas de las memorias de mi padre fueron expulsadas, junto a las de las otras incontables víctimas del Antiguo. Estaban entrelazadas, y era imposible entenderlas.
Estas rocas son lo que queda de las víctimas del Antiguo, a través de los eones. Están cristalizadas y concentradas, y atraen las energías latentes del Atlas hacia sí. Sostener una significa sostener incontables vidas, y llenar tu mente con una mezcla enloquecedora de sonidos, imágenes y emociones.
No sé si Baran sabía lo que tenía, pero creo que sabía lo que hacían. Son tan poderosas que intoxican. Necesité usar toda mi fuerza para quitar mi mano de la roca y alejarme. Mi buen juicio me dice que no puedo permitir que te las lleves, pero eso no significa que no podamos usarlas en nuestra lucha contra los Asesinos del Antiguo. -
Cada Roca del vigilante contiene una inmensa cantidad de información de los antiguos exploradores del Atlas. Para ocultarse de nosotros, estos exiliados sin dudas se adentrarán en territorios más profundos y ocultarán sus caminos. Pero las almas que están en las rocas conocen esos caminos.
Conozco algunos lugares en el Atlas donde estas rocas podrían usarse para revelar esos caminos. Muéstrame dónde quieres explorar más profundamente en tu Atlas y usaré las rocas para revelar lugares ocultos hace tiempo. Sin embargo, ten cuidado, porque las Rocas del vigilante potenciarán todo a su alrededor, y sin dudas atraerán enemigos fuera de sus escondites.
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Supongo que fui una tonta por pensar que podía simplemente encerrarnos… era cuestión de tiempo hasta que la curiosidad de alguien lo condenara.
Exiliado, sé quién eres y lo que has hecho. Sé que eres fuerte. ¡Capaz de matar dioses! Pero los otros exiliados en el Atlas... no tienen comparación.
De todas formas, debemos detenerlos. Tenemos algo de tiempo mientras sigan sin entender que hay forma de volver a Wraeclast. Están tratando de buscar otras formas de salir.
He comenzado a encontrar altares como este escondidos en los espacios entre los mapas. Estoy preocupada de que otros los estén construyendo para poder escapar. Debemos encontrar el modo de detenerlos.
Lo siento. Sé cuánto has hecho ya... ¿Pero quién más podría hacer lo que estoy pidiendo?
Estos exiliados han encontrado caminos secretos como este. No estoy segura de dónde se ocultan, pero si puedes descubrirlo, podré llevarnos hasta allí. Estaré esperando en tu guarida. - El Despertador
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Algo le está ocurriendo al Atlas, exiliado. Cuando colocaste la cuarta Roca del vigilante en una ciudadela, algo respondió. Una tormenta en el horizonte… un arroyo que se convierte en río… no soy un hombre de metáforas, pero no sé de qué otro modo describir el electrizante poder que se siente en el viento. Si el Atlas es un gigante dormido, esta fuerza desconocida que merodea está despertándolo lentamente.
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Mientras tú estabas rastreando a los Conquistadores, yo notaba continuamente franjas de devastación causadas por alguna fuerza desconocida. Posteriormente, la tierra toma nuevas formas y despierta con un poder alborotado, y por eso creía que era solamente una propiedad del Atlas, pero ahora veo que hay un patrón: una tormenta. Hay una tormenta en algún lugar, más grande que todo lo que hayamos visto jamás, y ruge con fuerza suficiente para desintegrar todo a su paso. En esa tormenta... apostaría mi ojos a que encontraremos a nuestro enigmático Despertador de mundos en el centro.
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No… ¿Sirus sigue vivo? Dioses, ¡creía que estaba muerto! Fue golpeado por la energía que se liberó cuando sellamos al Antiguo. ¿Cómo pudo sobrevivir?
Sirus era el líder del grupo de exiliados que recluté. Era brillante y determinado, y tenía una fuerza considerable aún antes de viajar juntos a través del atlas. Nos... volvimos cercanos. Cuando se desvaneció con el Antiguo estuve muy angustiada. Primero pensé que los otros exiliados estaban buscándolo al igual que yo, pero quizá ellos sabían que estaba vivo...
Tengo un presentimiento horrible que dice que Sirus puede estar unido a la locura de los demás. O quizás está tan loco como ellos. Debemos encontrarlo y detenerlo, pues si los demás están buscando formas de salir, seguramente él también. -
Exiliado, esto es urgente. Mientras no estabas, nuestro artefacto de mapas comenzó a actuar de forma extraña. Vivra, zumba y alinea sus engranajes como si unos hilos invisibles lo movieran. Me temo que sé la causa…
Hay una tormenta enorme en el corazón del Atlas que ha tapado toda la información de esa región desde el regreso de Sirus. Sirus quiere escapar, y puede que haya encontrado un modo. Un artefacto de mapas propio, creado dentro del Atlas, para viajar de vuelta a Wraeclast. Esa es la única explicación para los movimientos erráticos de nuestro propio artefacto de mapas. Ni siquiera esa tormenta sería capaz de dispersar las energías de otro artefacto.
Debemos apresurarnos, exiliado. Si Sirus logra regresar a Oriath... Dioses... Debemos destruir ese artefacto, o todo estará perdido. -
El hombre que solía ser Sirus y la entidad que destruyó nuestros hogares son el día y la noche. Lo que sea que le haya ocurrido después haber sellado al Antiguo le robó la esencia misma de su ser. Cuando Sirus regresó, regresó incompleto, sin esa esencia vital.
Hace poco podría haber tenido la esperanza de encontrar esa pieza en algún lugar, que el verdadero Sirua pudiera estar vagando a través del Atlas, esperando que lo encontremos para traerlo a casa.
Ya he aprendido a no tener esperanza. Quizás el Atlas haya erosionado también esa parte de mí. -
¿Era un hombre malvado? Pienso en ello cuando trato de dormir por las noches, porque parece que la herida que me causó nunca terminará de sanar. Pica como un insecto rabioso, como si la desintegración latente estuviera devorándome a la misma velocidad con la que vuelve a crecer naturalmente la piel...
Oh, pero Sirus. No puedo imaginar el ser abandonado en la oscuridad durante una eternidad subjetiva. Tampoco puedo imaginar el volverme tan vacío como para terminar atacando a quienes amo. Supongo que, en el final, no importa. Hicimos lo que debíamos hacer... y lo haremos de nuevo, cuando llegue el momento. - The Second Fall of Oriath
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Parece que ya fue suficiente. La Vanguardia llevó a cabo la mayor evacuación de la historia… cientos de barcos… y Oriath ha sido abandonada. Después de la dominación de los Templarios, la mano dura de Inocencia, la masacre a manos de Kitava y finalmente la ruina de Sirus, está claro que nuestra pequeña isla no es lugar para que vivan los humanos. Uno podría decir que está maldita, aunque no exentos de responsabilidad respecto de esos desastres.
No es una ironía leve que los oriathanos ahora dependan de los karui que alguna vez esclavizaron. Siempre dije que si pateas a un rhoa en el trasero, un día te pateará la cabeza, pero subestimé el honor de nuestros nuevos anfitriones. Están diferentes después de la muerte de sus dioses... y nosotros también, luego de la partida de los nuestros. No era creyente, pero puedo sentirlo. Ahora estamos solos.
Tendremos que trabajar juntos para enfrentar lo que vendrá...
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